Mi esposa y yo

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A la mañana siguiente, Albus esperó llanto por parte de Severus al darle la noticia de la repentina muerte de su madre, sin embargo, el pequeño ojinegro se quedó sentado, mirando a un punto en el espacio y perdido en sus propios pensamientos.

- ¿Me iré de aquí? - preguntó luego de un momento.

- Debes despedirte de ella, cielo. - Respondió Minerva tratando de mantenerse tranquila y serena.

- ¿Vendrás conmigo?

De inmediato, los ojos de Minerva se cristalizaron.

- Lo siento, Severus, pero me temo que la profesora McGonagall no podrá hacerlo. - Respondió Albus - Es un tema familiar y no podemos involucrarnos en ello.

El pequeño ojinegro asintió.

Livierato, quien observaba desde una esquina la interacción entre los adultos y el menor, interrumpió.

- Ejem. - Carraspeó la garganta - Es hora de irnos, joven Snape.

Severus lo miró con miedo, pero asintió. Con un pequeño saltito se bajó de la cama y caminó hacia la puerta, pero antes de cruzar, se detuvo un momento, se dio la vuelta y corrió a los brazos de Minerva.

- No me abandones - le suplicó en un susurro.

- No lo haré, Severus. Te lo prometo.

El ojinegro la miró a los ojos, le dio un beso en la mejilla y caminó con resignación a lado del hombre que se encontraba de pie en la puerta.

- Director Dumbledore, profesora McGonagall, sanadora. - Se despidió el trabajador de ellos antes de tomar el brazo de Severus y desaparecer al momento.

Al encontrarse con su padre, Severus supo que comenzaría a vivir un infierno y así fue

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Al encontrarse con su padre, Severus supo que comenzaría a vivir un infierno y así fue. Un mes bastó para que todo en la vida de Severus cambiara por completo. El pequeño ojinegro se volvió el criado de este hombre y también su saco de boxeo. El parecido que tenía con su madre lo convirtió en el impulso que Tobías necesitaba para desahogar la culpa, la frustración y el dolor que sentía de ya no tener a Eileen consigo.

Noche tras noche, luego de ser golpeado o lastimado, Severus miraba al cielo esperando que Minerva llegara a salvarlo en cualquier momento, pero esto jamás pasó.

Por otro lado, la situación que se vivía en Hogwarts no era muy diferente de esta. Tom estaba dolido y enojado; ansiaba que Severus regresara a Hogwarts para abrazarlo y no soltarlo.

- ¡Usted lo prometió! ¡Prometió que lo mantendría a salvo y solo dejó que se fuera! - le gritó a Albus - ¡Es un mentiroso! ¡Es un maldito mentiroso de mierda!

- ¡Señor Gaunt! - lo reprendió su jefe de casa, el profesor Slughorn.

Tom se dio media vuelta y salió azotando a su paso la puerta del despacho.

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