Un pensadero - Schatten

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— La custodia es suya, señor Dumbledore. — Eugenia Jenkins extendió un pergamino hacia el joven director sentado frente a ella. Los dos miembros de la familia Prince, luego de firmar, se levantaron de sus asientos y se marcharon dejándolos a ambos descolocados y con mucha información que procesar — Puede hacer la adopción de sangre hoy mismo en...

— Madame, con todo respeto — Interrumpió Albus — Quisiera darle un tiempo a Severus para asimilar los acontecimientos. Deseo hablar con él y explicarle lo que significa todo esto.

El ministro miró a dicho hombre por encima los anteojos.

— ¿Sabe lo que está haciendo, cierto?

— Le han quitado mucho, pero no haré lo mismo y estoy seguro de que si en este momento mi esposa estuviera aquí, estaría de acuerdo conmigo.

— Bien — Jenkins alzó las manos en señal de rendición — Haga como mejor considere, pero que le quede clara una cosa, director.

— ¿Madame?

— No dudaré en llevarlos a Azkaban a usted, a su esposa o a cualquier otro, si percibo algún tipo de trauma en el chico.

— No esperaría menos, ministro.

La mujer asintió con cansancio y respetuosamente, el joven director aprovechó el momento para retirarse de la oficina.

Al llegar a Hogwarts, Dumbledore tenía toda la intención de contarle a su esposa acerca de lo sucedido, incluso en su mente ya había planeado el cómo acercarse a su querido amigo Filius para pedirle que ejerciera la función de subdirector mientras...

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Al llegar a Hogwarts, Dumbledore tenía toda la intención de contarle a su esposa acerca de lo sucedido, incluso en su mente ya había planeado el cómo acercarse a su querido amigo Filius para pedirle que ejerciera la función de subdirector mientras ellos tomaban unos días para hablar al respecto con Severus. No obstante, mala fue su suerte cuando al entrar en su despacho se encontró al jefe de la casa de Slytherin, el profesor Slughorn, de pie, con los brazos cruzados y enojado. A su lado, Severus se mostraba fastidiado. Dada la escena, no fue difícil para el joven director suponer lo que estaba pasando.

— Profesor Slughorn, Severus. — Saludó Albus con un tono de voz neutro — Adelante, siéntense, por favor. ¿Gustan un dulce de limón?

— No. — Se adelantó a responder el ojinegro.

— Muchas gracias, director.

— Por favor, disculpen haberles hecho esperar. Imagino que están aquí por una razón en especial... — insinuó con intención en dirección a Severus.

El pequeño ojinegro, al darse cuenta del tono de desaprobación que usó con él el director en esa última oración, no pudo evitar sentirse arrepentido.

— Señor Snape, ya que últimamente se ha vuelto tan bueno con las palabras, — comentó irónico — ¿por qué no le explica al director Dumbledore el motivo por el que fue necesario venir hasta aquí?

El menor desvió la mirada hacia otro lado y optó por mantenerse en silencio.

— ¿Señor Snape? — Insistió.

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