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Si pudiera describir la expresión de Alemania en una palabra seria...de la VERGA, okey es más de una palabra pero así era. La razón para que tuviera esa expresión era por lo que le había contado México, ¿Tanto para esto? ¿Todo esto, para eso? Alemania se reía internamente.

—Mexico todo esto es ridículo... Todo esté odio es estupido, tonto e incoherente. Me vienes a decir que todo esto fue por qué ustedes tres tuvieron una jodida relación y ya.

Se preguntarán ¿Qué fue lo que México le dijo a Alemania? Bueno, hace no más de una hora México y Alemania se encontraba en la habitación de CDMX viendose mutuamente.

—¿Qué es lo que quieres saber? —Dijo México con una cara seria, pero sería de sería, esas que solo un país con UK o como el mismo Alemania tenía todo el tiempo.

—Quiero saberlo todo.

—Esta bien, pero no te lo diré aquí.—Mexico avanzo hasta el librero de Cdmx, después de tocar un libro el librero se deslizó y se pudo observar un puerta metálica. México puso su mano en el centro y un escáner de ojos se puso también y la puerta de abrió.

—¿Un pasadizo secreto, enserio?— México empezó a adentrarse en aquel pasadiso, ignorando la pregunta del alemán. — Ya entendí.

Alemania se metió al pasadizo, escucho como la puerta se cerraba, la luces se prendía a medida que caminaba hasta llegar a una habitación. La luz lo deslumbró, intentado acostumbrar su vista, noto en el lugar en el que se encontraba. Fotos, retratos, símbolos de la relación de su padre, URSS y México, todo lo que demostrará que aquella relación existió se encontraba en esa habitación.

— Cuéntame todo...— sentenció Alemania.

— En su tiempo, ya más de un siglo fue cuando lo vi, ojos azules, cabellos rubio como el oro, un porte imponente su nombre partido nacional socialista alemán de los trabajadores, o en alemán  Nationalsozialistische y sería luego conocido como Nazi. La primera vez nuestros ojos chocaron como bestias, estábamos peleando nos con la mirada, su mirada intensa parecía buscar mis más profundos  pensamientos y yo indagaba en sus ojos azules como si fuera el mismo mar. Ninguno de los dos dijo nada la primera vez que nos conocimos, me preguntó si fue un juego del destino porque no nos tardamos en vernos nuevamente, me encontraba en Europa en el siglo XIX, yo tenía en mi estilo al porfiriato, él parecía una simple idea, una invención del algún humano.

—¿Siglo XIX? ¿En ese momento ya él estaba vivo ?

—Preguntas al final. —Se acerco a un estante viendo un pequeño retrato.— Tu padre en esa época era duro, recto y serio, una verdadera caja dura.  Sin embargo, yo absorto en mi curiosidad de ver qué había más allá de esos oceanicos ojos decidi decifrarla. Una salida de caballeros, se convirtieron en noches de un par de amantes, las gozabamos cómo no tienes idea, la palabra amor se queda corta a describir nuestros sentimientos. El inicio de un nuevo siglo trajo cambios en el mundo, bien tu lo sabrás que las primera guerra mundial no tardó en llegar, tan trágico echo, tan horrible, tu padre consumido por las ideas que se divulgan empezó a tener más fuerzas con eso él  intento meterme a aquella guerra, claro que me negué. Él y yo teníamos algo bien enclaro nuestros sentimientos no afectarían la politica del mundo, creo que caben mencionar para que entiendas esto es que nuestro amorío no era de información pública.

—¿Un amor secreto?

—Dije preguntas al final.— Acerco su mano a aquél cuadro.— Él amaba el arte, era un loco al arte, a veces pienso que el arte era su primer amor y que loa amaba más que a mí. Ese amor que le tenía al  arte lo llevo a conocer a alguien, fue en un gelido día Diciembre de 1921 después de la guerra a un sovietico, hebras rojizas y blancas, sus ojos dorados, su mirada más fría que el polo norte. Fue mi sorpresa al descubrir decenas de cuadros donde aquel sovietico era protagonista, al parecer Nazi lo había tomado como musa. Aún recuerdo su voz diciéndome al odio que él era su amigo, solo su amigo. No tardó en presentarme a aquel sovietico, se veía en sus ojos de ambos una atracción que para mí en aquel momento fueron dolores de corazón. Aunque caí también en los encantos de aquel sovietico, el se veía muy revolucionario y bueno yo estaba saliendo a duras penas de mi propia revolución. Un año después supe bien como se llamaba, URSS, se que suena ilógico que no supiera su nombre pero él siempre lo mantenía cómo secreto, y revelar ese secreto fue mi primer gran pecado. Se podría decir que en mi corazón amaba a dos hombres, una mirada oceánica y azulada, el otro una mina de oro que llevaba por ojos. Tu padre y yo nos engañamos mutuamente, ambos caímos en la tentación de consumir a aquel sovietico, de probarlo, adueñarnos de él, ninguno dijo nada al otro. No fue hasta que ese mismo sovietico nos descubrió en una de nuestros momentos romántico a tu padre y a mí, él fue quien nos hizo darnos cuenta que el estaba con los dos. Al inicio yo me enojo, tu padre también, el tiempo hizo que empezáramos nuestra susodicha relación.

—¿URSS? ¿No eran solo tú y mi padre México?—Grito el alemán, en busca de respuestas, él estaba confundido, no entendía nada.

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Hey, I'm here baby. En el siguiente capítulo continuará.

Te odiamos MéxicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora