CAPITULO 11

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Me estaciono en la entrada de casa y me quedo sentada en el coche un momento mientras tarareo la música que sale de los altavoces y pienso en el tiempo que he pasado con Jungkook. 

Canto la canción por costumbre. Las palabras y el ritmo me reconfortan. 

Apoyo las manos en el volante y descanso la cabeza sobre ellas. No es que haya salido con muchos tipos, pero ha sido una de las citas más intensas, apasionadas y extrañamente reconfortantes de mi vida. Sacudo la cabeza y vuelvo a poner la canción. 

«¡Demonios!». Es lo único que me sale cuando pienso en la noche que he tenido. En la inesperada persecución de Jungkook. El demonio que tengo sentado en el hombro me recuerda que es culpa mía. Si hubiese actuado con normalidad, nunca habría sido una víctima voluntaria de sus habilidosas manos entre bambalinas. 

Nunca me habría visto en la posición de decirle: «gracias, pero no, gracias», y provocar toda esta persecución, todo este desafío, un cambio agradable en su mundo de mujeres dispuestas y ansiosas.

Grito sorprendida por un golpe en la ventanilla del coche. Estaba tan ensimismada que no he visto a Khrys acercarse. El corazón me vuelve a latir con normalidad cuando le abro la puerta.

—Hola, Khrys, dame un segundo —digo mientras retomo mis cosas del asiento del copiloto. Siento la presencia de Khrys, que con el cuerpo me bloquea la luz del garaje y forma una sombra en el asiento delantero.

—¿Eso es Harry Styles? —pregunta mientras se esfuerza por oír la música que sale de la radio. «Mierda», me digo. «Sabe que pasa algo». Sabe que solo escucho este hombre cuando algo me está sucediendo y que no es tan agradable.

Lo sabe perfectamente debido al periodo oscuro de mi vida. La miro, tiene las manos en la cabeza y desprende irritación por todos los poros, no estoy segura de cuánto sabe. En función de lo que sepa, estará más o menos herida porque se lo haya ocultado. 

No se puede razonar con Khrys cuando se enfada. Cuando siente que la han engañado. 

Suelto un gemido silencioso consciente de que el largo día que llevo todavía no va a terminar. No se detiene hasta que consigue las respuestas que busca. Embauca a todo el mundo con esa belleza inocente, pero a mí no; sé que detrás se esconde un ingenio de lo más mordaz. A mí no me engaña. 

Apago rápidamente el motor antes de que oiga la canción que escuchaba una y otra vez: "Sing of the times" .

Tengo el bolso en la mano, pero no puedo salir del coche porque me bloquea el paso.

—Creo que tenemos que hablar —dice con altivez—. ¿No? Se aparta con las manos en las caderas. No tiene más que dar golpecitos con el pie para transportarme de vuelta al despacho del director de primaria. Esbozo una sonrisa prefabricada.

—Claro, Khrys. ¿Qué pasa? Pareces enfadada por algo. —Tú. —¿Yo? —respondo de camino a la puerta y pongo los ojos en blanco.

—No se te ocurra hacer eso, Angeles —exige mientras entramos en casa. Dejo las cosas en el mueble de la entrada. Me deslizo hacia el sofá de la sala y me hundo en él. Ojalá pudiera cerrar los ojos y dormir. Pero es imposible, Khrys se sienta al otro lado del sofá y enrosca las piernas debajo del cuerpo.

—¿Cuándo ibas a contármelo? Tiene la voz tan tranquila que da escalofríos. No es buena señal. Cuanto más calmada parece, más enfadada está.

—¿El qué? —pregunto. Asumo que, si me cuenta lo que sabe, al menos puedo ganar puntos por contarle el resto.

—¡El jodido y groseramente guapo empresario y corredor de carreras Jeon Jungkook! —grita indignada, con los ojos abiertos de par en par e intentando contener la sonrisa que amenaza con destruir su implacable fachada—. ¿Me tomas el pelo? ¿Y no me lo has contado? —El tono de su voz sube con cada palabra.

DRIVEN "EL ORIGEN DEL DESEO".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora