Señales y portentos

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La sorpresa se reflejó en el rostro de Alyssane, sus ojos se abrieron con incredulidad. —¿Qué? ¿Cómo es posible que lo sepa y no se lo haya contado a Alicent?— Exclamó, luchando por comprender la magnitud de lo que su madre acababa de revelar.

Rhaenyra asintió, recordando con claridad el momento en que habían confesado la verdad al rey. —Hace años que lo sabe... Cuando nos casamos, se lo confesamos. Le contamos sobre tu afección y se enfadó muchísimo. Dijo que era nuestro castigo. Sin embargo...Quiso saber de ti, de tu educación, y cuando supo que habías marchado en una expedición a las ruinas de la antigua Valyria y habías vuelto con vida, decidió darte el apellido. Te valora mucho, pequeña, y eso es bueno para todos. Aemond y tú evitaréis una posible guerra ya lo verás— Concluyó Rhaenyra, con la esperanza de infundir un poco de optimismo en el corazón de su hija, a pesar de la incertidumbre que ambas sentían.

El peso de aquellas palabras quedó suspendido en el aire, dejando a Alyssane sumida en una mezcla de asombro y temor. Rhaenyra, consciente de la tormenta interna que debía estar sintiendo su hija, decidió darle un momento a solas para procesar la revelación.

—Voy a dejarte descansar.

Mientras se levantaba y, tras darle un beso en la frente prosiguió —Recuerda que siempre estoy aquí para ti, Alyssane. No importa lo que suceda.

El silencio que siguió a la partida de su madre fue denso y abrumador. Alyssane, ahora sola en la habitación, se levantó y se dirigió al espejo, dejando que sus dedos se deslizaran por los rizos de su cabello antes de tomar el cepillo mientras intentaba calmar su mente, peinando su largo cabello plateado con movimientos lentos y meticulosos.

Sus pensamientos vagaban por los eventos del día, y su rostro mostraba una mezcla de tensión y cansancio. Mientras pasaba el cepillo una y otra vez por sus mechones, su mirada se perdió en su reflejo. Las sombras de la habitación parecían alargarse, envolviéndola en una atmósfera densa y cargada de incertidumbre.

De repente, un sonido suave pero inusual la sacó de su ensoñación. Sus ojos, aún fijos en el espejo, captaron un leve pero rápido destello azul en la oscuridad detrás de ella. Algo estaba mal. Su corazón dio un vuelco, pero antes de que pudiera reaccionar, una figura se materializó en las sombras. En un instante, Aemond apareció justo detrás de ella, moviéndose con la agilidad y sigilo de un depredador.

Antes de que pudiera girarse o emitir algún sonido, Aemond la atrapó con una mano, cubriéndole la boca con firmeza. Con la otra mano, rodeó su cintura, inmovilizándola contra su cuerpo. El contacto fue inesperado, y Alyssane sintió una oleada de pánico mezclada con una extraña sensación en su interior.

Shhh, likiri Alyssane, jemēlti īlva bē lenton, kesir jorrāelza tolī jemēla kesir, issa iā dāor. Ao syt gaomagon nykeā ñuhys jēdar iā ao daor ziry sir, riña kēlītsos? Lo ziry iā kepus? «Shhh, calma Alyssane, que nos pillen juntos en tu habitación te traerá mas problemas a ti que a mi, ¿vas a ser buena y me obedecerás si te digo que no grites querida prima? ¿O debería decir...sobrina?»— Susurró Aemond con voz ronca mientras apreciaba con los ojos cerrados el aroma que desprendía Alyssane a cereza, almendra y vainilla.

Las palabras de Aemond eran como un veneno dulce que se deslizaba por sus oídos, susurradas con una mezcla de amenaza y deseo. Alyssane sintió su corazón latir con fuerza contra su pecho, atrapada entre el terror y la atracción. Su mente corría a toda velocidad, buscando desesperadamente una manera de liberarse, pero sabía que cualquier movimiento en falso podría empeorar la situación.

Las manos de Aemond eran firmes, pero no dolorosas. El tono en su voz y la forma en que la sujetaba la hacían sentir como una presa, y el príncipe, como cazador, disfrutaba del poder que tenía sobre ella. Alyssane respiró con dificultad, tratando de calmar su agitación mientras sus ojos se encontraban con los de él en el espejo. La mirada de Aemond reflejaba una intensidad que la dejó paralizada, y supo en ese instante que cualquier resistencia sería inútil, aunque extrañamente no quería ofrecer resistencia alguna.

Sangre de dragón (Aemond Targaryen fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora