Hāros Bartossi

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Cuando finalmente llegó al palacio en ruinas, lugar de encuentros que alguna vez fueron íntimos, Alyssane no sentía más que una furia creciente. El aire estaba cargado de tensión, pero ya no era la electricidad de la atracción, sino la presión de la ira acumulada. Allí, entre las sombras, Aemond la esperaba. Su único ojo brillaba en la penumbra, una fría y calculadora luz que parecía observarla como a una presa. Alyssane sintió una oleada de desprecio al verle.

Ambos se quedaron inmóviles durante un tenso instante. El silencio entre ellos no era la pausa de los amantes; era la quietud que precede a la tormenta. Ya no había un amor que los ataba. La guerra había destruido lo que alguna vez compartieron, y lo que quedaba era un odio enraizado en traiciones y promesas rotas.

Aemond fue el primero en hablar, su voz áspera y cargada de algo que podría haber sido arrepentimiento, pero que para Alyssane sonaba vacío.

—Alyssane...—murmuró, dando un paso hacia ella, pero en sus palabras ya no había suavidad ni consuelo, solo el eco de lo que una vez fue.

Pero esta vez, la mirada de Alyssane no tembló. Su corazón latía desbocado, no por amor, sino por la rabia que le quemaba el pecho. Recordaba cada muerte, cada traición, y cada golpe que su familia había sufrido. Recordaba lo que Aemond había hecho, los horrores que había desatado sobre su linaje.

—No te atrevas a decir mi nombre—le espetó con veneno, sus palabras estaban cargadas de odio. Cada fibra de su ser clamaba venganza. Ya no quedaba espacio para el perdón.

—Esto no puede continuar así—repitió él, como si aún quedara algo por salvar.

Pero Alyssane no necesitaba más palabras. La distancia que antes la separaba de Aemond ya no era solo física; ahora era un abismo lleno de furia y sangre. Sintió cómo su cuerpo se tensaba, deseando abalanzarse sobre él, acabar con todo de una vez.

—Tienes razón—dijo, su voz transformada ahora en un susurro letal—. No continuará.

Desenvainó su espada, cada movimiento estaba lleno de resolución. No había vuelta atrás. Cada segundo que lo miraba, cada paso que él daba hacia ella, solo avivaba más la llama de su rabia.

—Somos enemigos—gruñó Aemond, como si eso justificara todo lo que había hecho, como si eso fuera suficiente para que ella comprendiera. Pero Alyssane no buscaba entender, solo buscaba hacer justicia—. Nos destruirá esto, antes que la guerra lo haga.

—Tú me destruiste—gritó ella, su voz se hallaba rota, temblando de furia—. ¡Tú destruiste a mi familia, a nuestro futuro!

En un arrebato de furia, Alyssane se lanzó hacia él, con su espada brillando en la oscuridad con la promesa de venganza. El frío metal de la hoja buscaba aliviar el ardor en su corazón, pero Aemond, ágil y resuelto, atrapó su muñeca, deteniendo el golpe antes de que el filo pudiera hundirse en su piel.

El forcejeo entre ellos fue brutal y cargado de desesperación. Cada empujón, cada mirada feroz, estaba imbuida del odio, el resentimiento y el amor traicionado que una vez los unieron. No era solo una pelea física; era una lucha de almas, una batalla de voluntades que alguna vez se entrelazaron y ahora se desmoronaban en el caos.

Aemond logró desviar el ataque, sujetando a Alyssane contra él en un abrazo desesperado que no tenía ni rastro de amor, solo de pura desesperación.

—No me obligues a matarte—susurró Aemond, con su aliento caliente mezclado con el frío de la noche. Alyssane no escuchaba sus palabras, cegada por la furia y la necesidad de poner fin a todo lo que él representaba.

—No lo harás—respondió ella con los dientes apretados, con el filo de la espada rozando su piel—. Pero yo sí.

Se zafó de los brazos de Aemond y, con una rapidez feroz, apuntó la espada hacia su cuello. Aemond cayó de rodillas, con sus ojos cerrados en una expresión de abatimiento y resignación, sin saber cómo terminaría ese encuentro.

Sangre de dragón (Aemond Targaryen fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora