Valyria

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A lomos de Fantasma Gris, el viaje se volvía una tortura constante para Alyssane. El viento, afilado como cuchillas, arremetía contra ellos, mientras el dragón avanzaba sobre un paisaje arrasado, cubierto de cenizas que parecían flotar como fantasmas de un pasado olvidado. Alyssane, encorvada de dolor, sentía cómo su cuerpo se estremecía con cada contracción que sacudía su abdomen, mientras la fiebre le nublaba la vista. El rugido del viento se mezclaba con su respiración agitada, creando una cacofonía que envolvía todo en una atmósfera de tensión inquebrantable.

El aire, cargado de polvo y desolación, se adhería a su piel sudorosa, como si el mismísimo destino quisiera sofocarla. Las manos de Alyssane se aferraban con fuerza a las escamas de Fantasma Gris, luchando contra la creciente debilidad que la invadía, mientras el dragón intentaba descender, instintivamente buscando un lugar seguro. Pero ella lo forzaba a seguir adelante. No había tiempo, lo sabía. Su hijo estaba cerca de nacer, y las palabras de Daenys La Soñadora resonaban en su mente con una claridad perturbadora.

Las visiones de la profetisa se hacían más intensas, apareciendo como sombras fugaces en los bordes de su conciencia, susurrando advertencias que se perdían en el viento. Cada aparición de Daenys llenaba el aire con una tensión insoportable, una sensación de peligro inminente que aumentaba el peso de cada contracción. Las palabras enigmáticas de la profetisa vibraban en su mente, como si intentaran guiarla, pero también advertirle que el tiempo se acababa. Alyssane no podía escapar de la sensación de que algo terrible estaba a punto de suceder.

Los gritos de los dragones resonaban en la lejanía, pero eran como ecos distantes, incapaces de romper el velo de aislamiento que la envolvía. Fantasma Gris volaba bajo, luchando contra el viento mientras las cenizas danzaban en el aire, cubriendo todo a su alrededor con un manto gris. Alyssane, con el rostro pálido y tenso por el esfuerzo, sentía cada latido de su corazón como una cuenta regresiva, una carrera contra el tiempo. Y en su interior, la vida que llevaba parecía compartir esa misma urgencia, como si su hijo también supiera que su destino estaba inextricablemente ligado a aquel lugar olvidado por los dioses.

Cada minuto era una batalla entre la vida y la muerte, y Alyssane, con su cuerpo al borde del colapso, sabía que no había marcha atrás. Las ruinas de Valyria se acercaban, y con ellas, la certeza de que lo que le esperaba allí cambiaría su destino para siempre.

El paisaje, poco a poco, se transformaba en una extensión devastada, cubierta de sombras y ecos de tragedias pasadas, mientras Alyssane se adentraba en las ruinas de Valyria. El aire denso y enrarecido arrastraba vapores tóxicos, restos del antiguo fuego valyrio, que parecían susurrar advertencias desde tiempos olvidados. Lo que en su juventud había sido un mundo de maravillas y secretos por descubrir, ahora era una tumba abierta, un lugar que emanaba una maldad latente. Montada en Fantasma Gris, Alyssane descendía con dificultad, sus fuerzas menguadas por el dolor que la atravesaba como una llama implacable.

Cuando sus pies tocaron el suelo, una contracción feroz la sacudió, arrancándole un grito que rompió el silencio pesado del entorno. El eco de su voz no tardó en ser devorado por el rugido de otro dragón, resonando en la distancia con una potencia oscura que impregnaba el aire, dándole una nueva dimensión a su angustia. El sonido no pertenecía a Fantasma Gris, pero su origen era imposible de localizar; flotaba entre las ruinas como un presagio.

Con las piernas temblando y el dolor oprimiéndole el vientre, Alyssane avanzó, tambaleándose entre las estructuras derruidas. Cada paso era un esfuerzo titánico, una lucha contra la gravedad y el dolor que se intensificaba con cada contracción. La sangre, cálida y roja, marcaba el suelo a su paso, creando un sendero que hablaba de su sufrimiento y de la inevitable tragedia que parecía aguardarla. A su alrededor, los restos de la gloria valyria se erguían como gigantes deformes, sus sombras proyectando figuras grotescas en la ceniza.

Sangre de dragón (Aemond Targaryen fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora