Ardiendo juntos

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El rugido del cielo estallaba con una intensidad que reflejaba la tensión palpable en el palacio durante aquel día lluvioso. Alyssane, aún convaleciente de sus recientes heridas, se preparaba para partir con su familia, aunque aún se encontraba en camisón, cuando el estrépito de pasos apresurados y una voz enardecida penetró en su habitación. Su corazón palpitaba con fuerza, el eco de los disturbios resonaba a lo lejos, y el aire estaba cargado de un presagio ominoso.

De repente, la puerta se abrió con un golpe brutal. Aemond irrumpió en la estancia, su cuerpo se hallaba cubierto de sangre, el rostro desencajado, y los ojos ardiendo en furia. La intensidad con la que gritaba su nombre hizo que Alyssane se estremeciera. La habitación, antes un refugio de calma, se convirtió en un espacio sombrío y cargado de angustia, mientras la lluvia golpeaba las ventanas con una furia descontrolada, como si la naturaleza misma presagiara el caos inminente.

Sin una palabra de explicación, Aemond agarró a Alyssane por el cabello con una fuerza brutal, arrastrándola sin compasión. Sus gritos de sorpresa y dolor apenas se escuchaban sobre el rugido de la tormenta que arrasaba el exterior. La lluvia torrencial caía con una violencia inusitada, empapando sus ropas y el suelo bajo ellos. Cada paso que daba, el barro se aferraba a sus pies, y el agua corría por su piel, helada y despiadada.

El caos se intensificó cuando Aemond la arrastró hacia el centro del patio empapado. Alyssane, luchando por liberarse, se vio sumida en la desesperación y el frío que se fusionaban con el barro que cubría el suelo. Finalmente, la obligó a arrodillarse frente a él, con el barro cubriendo sus rodillas y el aguacero golpeando su rostro. Su corazón latía con una mezcla de miedo y confusión, incapaz de asimilar la tragedia que acababa de desatarse.

—Hijo por hijo.

Las palabras de Aemond, cargadas de dolor y rabia, la desconcertaron aún más, como un enigma doloroso que desdibujaba la realidad ante sus ojos.

—¿Aemond? ¿Qué ha pasado? 

Aemond la miró con una mezcla de ira y desesperación, con su rostro bañado por la lluvia y la sangre. —Daemon ordenó mi muerte y, al no encontrarme, entraron en la habitación de mi hermana. Le hicieron elegir a cuál hijo matar y, tras su elección, asesinaron a Jaehaerys delante de ella. ¡Le cortaron la cabeza frente de ella! 

El peso de las palabras de Aemond cayó como un golpe seco en el pecho de Alyssane. La tragedia y la injusticia del acto la dejaron sin aliento, la lluvia borrando las lágrimas que caían por su rostro. Sin embargo, su fuerza no flaqueó. Levantó la mirada hacia Aemond, enfrentándolo con rabia.

—Te dije que te atuvieses a las consecuencias, que la respuesta sería sangrienta, ¡Lo sabías! —La voz de la princesa bastarda parecía estar cargada de una furia digna de una dragona. —¿Dónde estabas tú si no era aquí conmigo, Aemond?

Aemond no respondió de inmediato, su mirada estaba fija en el horizonte tormentoso. La lluvia caía sin cesar, mezclándose con el barro que cubría el suelo, mientras él mantenía la espada alzada, su filo reluciendo bajo el aguacero.

—¡Responde, Aemond! 

—¡Dime dónde estabas cuando todo esto ocurrió!

El silencio de Aemond se convirtió en un grito mudo que desafiaba la tormenta. Con el corazón latiéndole en el pecho como un tambor de guerra, Alyssane se inclinó hacia adelante, su rostro a centímetros de la hoja de la espada. La desesperación de no recibir una respuesta tangible la consumía.

—¡¿Por qué no contestas?! —Exigió, sus ojos vidriosos por las lágrimas y el frío. 

—¡Háblame, Aemond!

Sangre de dragón (Aemond Targaryen fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora