Leandro no la había llamado todavía para decirle el precio de la casa.
«A lo mejor no ha podido contactar con su amigo», pensó ella, o quizá tuviera otras cosas en qué pensar.
Ella sabía que el amor era una gran distracción. Así que dejaría que Franco la distrajera toda la semana.
Desde el lunes por la noche, cuando él regresó de Londres, había estado distrayéndola con su sexy sonrisa y sus promesas.
—¿Qué ocurre? —le preguntó ella— Conozco esa mirada... Estás tramando algo.
—El sábado —dijo él.
—O sea, que estás tramando algo.
—Ten paciencia —dijo Franco.
Después, él salió a correr y ella lo observó desde la ventana del dormitorio. Estaba de pie con la mano pegada a la oreja.
Hablando por teléfono.
Pero ella seguía teniendo su móvil, así que... Debía de haber conseguido otro y lo usaba en secreto.
¿Hacía trampas, o planeaba una sorpresa?
El sábado era el día de San Valentín, pero era probable que él no se acordara, así que lo más seguro era que estuviera tramando algo relacionado con el trabajo.
Sara estuvo a punto de llamar a Andrea, pero decidió que sería mejor preguntárselo a él.
Tras un suspiro, se alejó de la ventana. Franco había roto las normas, y eso significaba que no se estaba tomando en serio la relación.
Sara no podía esperar hasta el sábado. Quería respuestas. Esa misma noche.
Llamaron al timbre y bajó a abrir.
—Un paquete para el señor Reyes —le dijo un mensajero—.
Firme aquí, por favor.
Ella firmó, cerró la puerta y dejó el paquete en la mesa de la cocina. ¿Qué sería? No podía abrirlo, y lo único que sabía era que procedía de Londres.
—¿Sarita?
—Estoy en la cocina.
Franco entró y, al ver la expresión de su rostro, le preguntó:
—¿Va todo bien?
Ella lo miró a los ojos.
—No lo sé, dímelo tú. ¿A quién estabas llamando?
¡Maldita fuera! Ella debía de haberlo visto a pesar de que creía que estaba fuera de su campo de visión.
—Lo siento. Hablaba con Andrea.
—No creo. Ella contacta contigo a través de mí.
—Era urgente.
—¿Y resulta que tenías otro teléfono encima?
—Sarita, han pasado muchas cosas. No quería...
—¿Qué? ¿Atenerte a las normas? No me mientas, Franco.
—No miento. Trato de solucionar cosas.
—Creía que tenías un equipo para eso.
—Necesitan apoyo.
—¿Ah, sí? Muy bien. Te ha llegado un paquete.
Ella miró hacia la mesa. Franco hizo lo mismo y vio el último elemento de su plan.
Lo dejó allí. A ese paso, quizá no lo necesitara.
—Gracias. Mira, Sarita, siento lo de la llamada...
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Doble Sorpresa - Sarita y Franco -
Fanfiction𝘢𝘥𝘢𝘱𝘵𝘢𝘤𝘪ó𝘯. 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘩𝘪𝘴𝘵𝘰𝘳𝘪𝘢 𝘯𝘰 𝘮𝘦 𝘱𝘦𝘳𝘵𝘦𝘯𝘦𝘤𝘦