1- ¿Qué hacés aquí?

25 8 0
                                    

Nada más levantarme abro la ventana de la habitación de la cabaña para observar un lindo y pequeño gato blanco

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Nada más levantarme abro la ventana de la habitación de la cabaña para observar un lindo y pequeño gato blanco.
Era hermoso, tenía unos ojos azules que hacían resaltar muy bien su piel clara.

Dejé de observar al gato y opté por levantarme de la cama, asearme y prepararme para comenzar mi día.

No sabía lo que me esperaba, pero tenía un buen presentimiento.

Bajé a desayunar y saludé a toda mi familia, mi madre, una mujer rubia de ojos verde esmeralda haciendo el desayuno mientras mi padre, un hombre bastante serio a primera vista y con su típico bañador de flores se quejaba de su pan tostado quemado.

Por lo que pude observar mi hermana seguía durmiendo, pero no iba a ser yo quien la despertara.

Me senté a hablar con mis padres mientras desayunaba, y una vez acabé recogí las cosas y volví a mí habitación esta vez para salir a dar una vuelta por la ciudad.

-¡Jace! ¿Puedes ayudarme con ésto?- bajé para ver qué necesitaba mi madre.
-Mónica, te he dicho tres veces que para poder encender el televisor necesitamos pilas para el control- le intentaba explicar mi padre

-Si queréis puedo ir a comprar pilas, iba a salir ahora de todos modos- dije mientras soltaba una pequeña risa al ver la situación.

-Si, por favor -
-De qué tamaño las necesitáis?-
-Las pequeñas, no deben de salir muy caras- contestó mi padre agarrando el inservible control de la televisión.

Salí a recorrer las calles de esa ciudad en busca de una tienda donde vendan pilas.
Parece fácil, pero no lo es cuando no conoces nada de la ciudad, pero en cierta parte eso lo hacía más entretenido.

Volviendo de la tienda ya con las pilas en mi mano me desvíe un poco del camino ya que vi un cartel señalando una ruta que te llevaba a una playa cercana poco transitada.
No dudé ni un segundo en ir hacia allí.

Definitivamente no me arrepenti.

En frente de mí tenía una pequeña playa de agua calmada totalmente cristalina y con la arena suave y muy clara.

Estaba seguro de que vendría ahí otra vez cuándo tuviese algo de tiempo libre.

Tomé mi camino hacia la pequeña cabaña que habíamos alquilado estas vacaciones, que para mí suerte no estaba muy lejos de la playa recién encontrada.

-¿Estas pilas os sirven?-
-Si, muchas gracias- me respondió mi madre acompañado de un fuerte abrazo.

Esa tarde estuvimos recogiendo y acomodando todas nuestras cosas en su lugar adecuado con música de Taylor Swift de fondo por elección de mi hermana.
No era la música que acostumbraba a escuchar pero tampoco me quejaba.

Una vez oscureció hicimos la cena entre todos y nos sentamos a hablar de cómo íbamos a disfrutar de estas vacaciones, yo también aproveché para comentar lo de la playa que había encontrado y de paso pedir permiso para salir cuando acabase de cenar.

Permiso que me concedieron y por ese mismo motivo estaba saliendo por la puerta solo con una toalla en mano en dirección a la pequeña playa.

La noche estaba hermosa, un poco refrescante pero no llegaba a hacer frío.
Y ya ni hablemos del cielo, las estrellas adornaban el cielo con su peculiar brillo y la luna era único que iluminaba mi camino.

No se veía a nadie en la playa, algo que veía totalmente normal al estar un poco escondida.
Me senté encima de mi toalla cerca del agua, pero no me percaté de una sombra que había muy cerca de mí.

Me asuste un poco y esa sombra cada vez se acercaba más, cerré los ojos con fuerza hasta qué oí una voz masculina.

-¿Qué haces aquí?-
-Lo mismo debería preguntar yo- abrí los ojos para observalo.
-Paseaba sin rumbo y llegué a esta playa, ¿y qué hay de ti?- contestó el alto peli negro.
-Sali está mañana y me encontré esta playa, así que decidí venir ahora que tenía un rato libre. Por cierto, soy Jace-
-Encantado de conocerte, soy Aleksander pero puedes llamarme Ale- le sonreí sin mostrar los dientes.

Ale se sentó a mi lado y empezamos a intercambiar preguntas como nuestra edad o el por qué estabamos en esta ciudad o incluso de dónde eramos.

Un verano que nunca olvidaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora