Capítulo 1

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El olor a Café


Día: Sábado

Lugar: Lima-Perú

Clima: Lluvioso

Las gotas de lluvia se escuchaban chocar contra las ventanas del azabache y este solo asomaba sus largos cabellos por encima de sus acolchadas mantas color café.

*bip*bip*bip*

Sonaba su alarma repetidas veces, opacando el ruido de la lluvia. Las 8 de la mañana marcaba este.

El de cabellos azabaches, al fin ya decidido, se destapo y se paro en dirección a la alarma, decidido a apagar esta.

Aprovechando el hecho de estar ya de pie, se decidió a ir a su cocina-comedor, a pesar de ir con tropezones de por medio en su caminar por el hecho de seguir adormilado,  siguió su camino decidido a ir y prepararse un desayuno, algo simple, nada del otro mundo, solo una taza de café y huevo frito.

[...]

Todo estaba listo, hecho sin ningún contratiempo, claro, si evitamos mencionar la gran presencia de sueño en el joven, causada por el olor a café con los sonidos que la lluvia de fondo, un ambiente perfecto para una gran siesta.

Sin pensarlo mucho, agarro su desayuno y lo metió en el refrigerador.

De todas formas, que importaba que cuando lo quisiese comer, estuviera frío, para algo esta el microondas ¿No?

Estando todo en orden, se dirigió a su habitación, y se fijo en la hora en su despertador.

8:30 de la mañana marcaba este.

Después de fijarse en la hora, camino en dirección a su cama, cayendo en las suaves mantas de esta, en las cuales se enrollaba gustosamente, después de todo, ya no sentiría la fría presencia de aquellas corrientes de aire que se colaban por las ventanas de su habitación.

Estando apunto de conciliar el sueño, el sonido del timbre de su departamento resonó por toda su habitación.

No le dio importancia, en algún momento aquella persona se cansaría y se largaría, por lo cual solo decidió ignorar aquel llamado por parte de la persona que se encontraba a afueras de su departamento.

A pesar de ello, aún escuchaba el sonido del timbre, que para aquel momento ya se volvía muy molesto de escuchar por parte de Duxo.

El de cabellos lacios azabaches se dio por vencido, y se vio obligado a pararse en dirección hacia la entrada de su departamento.

Giro la perilla, decidido a ver quien era aquella persona que no le permitía conciliar su sueño y de paso, averiguar quien lo fastidiaba desde tan temprano. 

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.-Hasta la lluvia es capaz de unir-.   



Gotas de Lluvia | DuxinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora