𝕰𝖑 𝖈𝖎𝖊𝖗𝖛𝖔 𝖓𝖊𝖌𝖗𝖔 (𝔥𝔞𝔫𝔫𝔦𝔤𝔯𝔞𝔪)

𝕬𝖘𝖈𝖚𝖆𝖘 𝖊𝖓 𝖊𝖑 𝖈𝖔𝖗𝖆𝖟𝖔́𝖓 𝖉𝖊 𝖚𝖓 𝖗𝖊𝖞

Sé que la mayor parte de Wattpad son lectoras fantasma, pero me gustaría que comentaran y dejaran sus votos, ya que es la única manera en la que puedo saber si lo que escribo es de su agrado, si escriben o algún día comienzan a escribir, sabrán lo motivador que es leer los comentarios. No lo hagan solo con esta historia, sino también con el resto de historias en la plataforma.

—¿Estás seguro entonces, Vladimir?

—Si, mi Lord. Los vimos entrar a la cueva que está en los límites del reino y los Bosques Congelados. Llevaban lo que habían robado del Puerto de Nuvecia.

—Saldremos de inmediato entonces, informa a todos los soldados disponibles.

—Perdone mi Lord, pero creo que mis hombres serán suficientes para atraparlos.

—Vladimir, conozco la capacidad de tus hombres. Pero no quiero que ninguna de esas alimañas escape, prefiero ser precavido. Quizá haya muchos más de los que vieron.

El caballero de armadura de hierro asintió.

—Entiendo mi Lord, prepararé a todos los hombres en seguida.

El rey lo observó marcharse y dio media vuelta. También debía alistarse.

Caminó con prisa a sus aposentos, tenía ahí su propia armadura, yelmo y espada. Una vez terminó de colocarlos adecuadamente, se encaminó a los establos. Varios guardias lo saludaron en el trayecto, el rey amaba a su pueblo y el pueblo correspondía.

Aprendió de su padre a gobernar siendo justo y amable. La mentalidad de los Lecter ha sido así desde comienzos de su reinado en el Imperio Yarian.

Los ancestros de Hannibal II habían terminado con el tirano Edevrard Yarian, el último en la linea de los antiguos gobernantes. Se rumoraba que había asesinado a sus hermanos para permanecer en el trono. Durante años el reino sufrió de escasez y hambre, hasta que decidieron levantarse en armas.

Torsten Lecter encabezó esta rebelión, él mismo decapitó al entonces rey Edevrard. Posteriormente el pueblo lo eligió como gobernante, el hombre aceptó el título a regañadientes, puesto que no tenía idea alguna de cómo manejar un reino. Sin embargo, el tiempo demostró que los habitantes de Yarian habían elegido a un buen soberano.

El rey Hannibal entró a los establos, donde algunos de sus hombres ya se encontraban alistando a sus caballos. Él mismo tomó su silla de montar preferida y fue directo a la cuadra de su caballo. Se llevó la sorpresa de que las riendas y parte de la armadura ya habían sido colocadas, el autor de dicha hazaña estaba cepillando el pelaje de su corcel.

—Ellah, cariño. Te he dicho varias veces que no vengas sola a los establos, Othello podría patearte.

La niña corrió directamente hacia Hannibal en cuanto lo vio dejar la silla de montar en el suelo.

—¡Mi Lord! Othello nunca me haría daño, él no es malo.

El hombre de cabellos grises levantó a la pequeña en brazos, ella se abrazó a su cuello y él dio vueltas sobre si mismo haciéndola reír. Había encontrado a la niña en medio de una ventisca de invierno, alguien la había dejado abandonada a su suerte apenas siendo una bebé.