𝕰𝖑 𝖋𝖚𝖊𝖌𝖔 𝖖𝖚𝖊 𝖈𝖔𝖒𝖎𝖊𝖓𝖟𝖆 𝖆 𝖆𝖗𝖉𝖊𝖗

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Sé que la mayor parte de Wattpad son lectoras fantasma, pero me gustaría que comentaran y dejaran sus votos, ya que es la única manera en la que puedo saber si lo que escribo es de su agrado

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Sé que la mayor parte de Wattpad son lectoras fantasma, pero me gustaría que comentaran y dejaran sus votos, ya que es la única manera en la que puedo saber si lo que escribo es de su agrado. Si escriben o algún día comienzan a escribir, sabrán lo motivador que es leer los comentarios. No lo hagan solo con esta historia, sino también con el resto de historias en la plataforma.

—Joven William, debo limpiarlo. Necesito que intente sentarse.

La voz de Hannibal rezumó en los oídos de William. El príncipe intentó levantarse, pero un repentino mareo estuvo a punto de enviarlo de vuelta a la cama. Un brazo se interpuso entre él y la almohada, lo levantó con cuidado y le hizo sentarse.

Trató de desabotonar su camisa, pero sus dedos no atinaban a los botones. Un par de manos más grandes y toscas que las suyas se encargaron del asunto. Cuando estuvo semi-desnudo, un trapo húmedo comenzó a deslizarse sobre la piel de sus hombros y brazos.

Debió sentir frío, pero no fue así. En cambio fue cálido y reconfortante. Esto mezclado con encontrarse en brazos de alguien le pareció lo más cómodo. El joven se encontraba tan inmerso en las sensaciones que se aferró a ellas lo más que pudo.

Abrazó el calor de quien lo sostenía, se aferró a este lo más que pudo y luego se dejó caer en el cansancio. La oscuridad lo rodeó, primero consumió sus extremidades, luego se adentró en él. Como si se hundiera en el océano, ahogándose.

Pero no estaba asustado. Se sentía en total y completa calma.

De un momento a otro sintió algo rozar su piel. No supo distinguir el origen de lo que estaba tocándolo, al estar rodeado de oscuridad no podía ver nada. Volteó a todas partes, pero no había nada.

Algo volvió a tocarlo, no se sintió intrusivo. Más bien era como si ese algo tuviese una lucha consigo mismo. Era delicado, como si tuviese miedo de romperlo. O corromperlo.

Esta vez miró de reojo a este algo desvanecerse en la oscuridad, como si esta se lo tragara. Intentó relajarse, parecía que así era como lo que estuviese intentando tocarlo entraba en acción.

Y así fue.

Una calidez familiar comenzó a trazar su espalda con delicadeza. Estos movimientos se volvieron cada vez más íntimos, intentó mirar de nuevo. Lo que vio esta vez fue un par de manos, estas retrocedieron un poco, pero no se desvanecieron por completo en la negrura que lo rodeaba.

Eran la negrura que lo rodeaba.

Disfrutó del contacto cuando este se hizo presente una vez más. Sintió a la oscuridad abrazarlo, resoplar sobre la piel debajo de su oído izquierdo. Esto envió un placentero escalofrío a través de su columna vertebral. Quería más, mucho más.

𝕰𝖑 𝖈𝖎𝖊𝖗𝖛𝖔 𝖓𝖊𝖌𝖗𝖔 (𝔥𝔞𝔫𝔫𝔦𝔤𝔯𝔞𝔪)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora