Fanfic Hannigram ubicado temporalmente en época medieval.
La noble familia Lecter controla uno de los reinos más poderosos del medievo: el Imperio Yarian . El noble soberano Hannibal II ha llevado a la grandeza su reino, incluso sin la presencia de...
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Capítulo corto.
William y Beverly dan un paso al frente, presentándose ante Eirias. El dragón los observa con una mirada intuitiva y curiosa.
—Yo soy el príncipe Graham de Dreburg—. Los ojos del gran dragón se dilatan en lo que parece una muestra de reconocimiento. —Ella es Lady Beverly, caballero al mando de mis tropas. Ambos estamos a vuestro servicio.
—Bienvenidos a las Cuevas de Acnalof. Así que tú eres el joven William, la primera vez que fuiste presentado a mi fue cuando eras solo un recién nacido. Tu padre y madre vinieron hasta aquí para pedir mi bendición. Es irónico que ellos también dijesen que estaban a mi servicio, pero no volvieron nunca.
—Mi madre me lo ha contado señor, pido disculpas en nombre de mi padre. Él ha sido quien nos impedía volver a estas montañas.
Eirias asiente y levanta una de sus garras para acomodar el oro y las joyas bajo su cuerpo. Los dragones tienen una gran afición por los tesoros y Eirias no era la excepción. Aunque su tesoro era bastante más pequeño en comparación del de cualquier otro dragón y ni una sola moneda o gema habían sido robados. Cada parte del tesoro había sido un obsequio de diferentes reinos y comunidades de las tierras de hielo.
—Tu padre ha demostrado ser un hombre cobarde y prejuicioso a niveles ridículamente insólitos. Pero no veo nada de eso en ti muchacho.
El dragón acerca la cabeza al suelo, de no ser porque Hannibal estaba al lado de los jóvenes, probablemente estos se hubiesen desmayado del susto. Cualquiera de ellos era dos o tres veces más pequeño que uno de los dientes del dragón.
—Y-yo he venido por esa misma razón. No me gustaría que la actitud despectiva de mi padre generase conflictos en un futuro.
—Los conflictos no se generan por actitudes y respuestas estúpidas, sino por verdaderos problemas.
—Eso es cierto—. Exclamó Ivius. —¿No hay saludos para un viejo amigo?
—Por supuesto, iba a saludarte pero me has interrumpido—. El dragón ríe entre dientes cuando el viejo mago sale de detrás de todos para comenzar a caminar en su dirección.
—¡Dioses!, he venido desde tan lejos solo para curarte y tú me saludas después de hacerlo con el resto.
—Mis disculpas.
—Oh, olvídalo. Muéstrame qué te han hecho, quiero recostarme lo más pronto posible.
—Nunca cambiarás, ¿cierto?—. El dragón señala algunas de sus heridas más notables: zarpazos, quemaduras, golpes y cortes en las alas.