𝕷𝖆 𝖙𝖊𝖒𝖕𝖑𝖆𝖓𝖟𝖆 𝖉𝖊 𝖚𝖓𝖆 𝖇𝖊𝖘𝖙𝖎𝖆

401 94 49
                                        

¿Alguien lee esto?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¿Alguien lee esto?

Sé que la mayor parte de Wattpad son lectoras fantasma, pero me gustaría que comentaran y dejaran sus votos, ya que es la única manera en la que puedo saber si lo que escribo es de su agrado. Si escriben o algún día comienzan a escribir, sabrán lo motivador que es leer los comentarios. No lo hagan solo con esta historia, sino también con el resto de historias en la plataforma.

Dada la noticia de que William no respondía al llamado de Ellah, Hannibal fue a buscarlo por cuenta propia. Tocó la puerta de su habitación por largos minutos sin obtener respuesta, finalmente su paciencia se agotó y ingresó a los aposentos sin invitación.

El rey se encontró con William aún en cama, estaba hecho un ovillo, su respiración agitada y su cuerpo ardiendo en fiebre. La ventana de su habitación estaba abierta casi a la mitad, probablemente se habría abierto por si sola durante la noche y William ni siquiera lo había notado.

Hannibal y algunas mujeres de la servidumbre se encargaron del joven, mientras Vladimir iba en busca de uno de los Druidas reales: Ivius. Él era un viejo que había pasado toda su vida viviendo en los Bosques Congelados, esto le permitía una conexión aún mayor con la madre naturaleza y las criaturas mágicas.

Ivius era un Druida con dotes especialmente útiles para la sanación. Había salvado la vida del rey Hannibal II hace mucho tiempo, cuando ningún otro Druida o Mago había logrado siquiera calmar su agonía.

Fue una tarea complicada que requirió un gran sacrificio por parte de Lord Lecter. Sacrificio que él ni siquiera había notado aún.

Vladimir tardó cuarenta agonizantes minutos en volver al castillo en compañía de Ivius. El hombre era la típica estampa de un hechicero; era alto y delgado, pero con el paso de los años su espalda de había curvado en una joroba. Llevaba consigo un bastón hecho con la madera de un Encino milenario de los Bosques Congelados, vestía una túnica larga de color marrón. Siempre ocultando sus severas facciones detrás de la capucha.

Sus ojos eran pequeños y oscuros, parecían ser profundos como un pozo. Un pozo que llegaba hasta las mismas entrañas de la tierra. Su barba grisácea llegaba muy por debajo de su pecho, estaba trenzada de manera impecable.

-Mi Lord-. Saludó el viejo, una leve sonrisa apareció en su rostro mientras entraba a los aposentos de William.

Se acercó a la cama mientras colocaba diversos materiales sobre una mesa, debía comenzar a trabajar con rapidez.

-Es un gusto saber que estás bien, Ivius.

Hannibal se colocó a las espaldas del hombre, sabía perfectamente que su prioridad era revisar a los enfermos. Los saludos y pláticas podían esperar.

𝕰𝖑 𝖈𝖎𝖊𝖗𝖛𝖔 𝖓𝖊𝖌𝖗𝖔 (𝔥𝔞𝔫𝔫𝔦𝔤𝔯𝔞𝔪)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora