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Nuevamente estaban siendo envueltos por aquellas sábanas y sudando a la par del otro. Usa lo cubría entre sus brazos susurrando cuánto lo amaba, cómo lo quería y que tanto le gustaba.

— nunca sé que decir... — murmuro el peruano escondiéndose en el pecho del más alto.

— no tienes que decir nada, Perú.

— siento la necesidad de hacerlo porque quiero que sea recíproco.

— ¿por qué no lo sería?

— porque a veces me siento tan amado, tanto que...  que no sé cómo llevarte el paso.

— ¿tu me quieres?

— te quiero.

— eso es suficiente para mi.

Y Perú no supo cuando comenzó a llorar, quizá porque nuevamente había recordado como el estadounidense lo atesoraba.

Y como no pudo corresponder a sus sentimientos tanto como quiso. Amaba a Usa, pero ¿por qué odiaba no poder compensar su amor con el suyo?

Quizás porque nunca logro alcanzar sus sentimientos al estadounidense.
Y ahora que no estaba, se fue solo dejando un vacío.

Eso era lo que más le dolía al peruano.

Pero estaba bien.

Porque Usa se había ido porque así lo quiso.

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Mr. Loverman l UsperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora