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Entonces, si en ese momento se hubiera aferrado lo bastante bien, tal vez Usa no hubiera decidido irse.

Pero estaba claro, Perú había perdido al niño un lunes...

— no quiero verte... — murmuró para Usa.

— Perú, saldremos de esto juntos.

— ¡no quiero verte! Si tan solo yo no hubiera visto esos mensajes m-mi bebe estaría aquí...— dijo entre sollozos.

— todo fue malinterpretado... yo dije que no volvería con él.

— ¡tú sabías! ¡t-tu sabías que yo tenía miedo! y no te importo. — gritó y lanzó una almohada con la poca fuerza que tenía.

— Perú...

— no quiero verte... v-vete.

— necesito hablar contigo.

— ¿de qué mierda quieres hablar?...— preguntó mirándolo enojado. — ¿de qué mierda quieres hablar ahora?... Hace dos meses me dijiste que no pasaba nada, q-que yo era tu pareja, que no tenía que pensar en los demás, ¡que no tenía que pensar en México!...

Lo encaró con lágrimas resbalando sobre sus mejillas y Usa no podía sentirse tan mal, incluso podía sentir el dolor del peruano en su pecho, era la marca.

— fue una equivocación... ¿bien? He sido un estúpido, me equivoque Perú, pero no quiero perderte, por favor...— intento acercarse para tomar su mano.

— n-no me toques, ¡necesito que no me toques!. — gritó empujándolo.

— señor, por favor, salga de la habitación. — exigió una enfermera que recién llegaba.

— es mi esposo.

— señor Usa, solo está alterando a su omega, tiene que salir ahora o llamaremos a seguridad. — interfirió el doctor.

—...

Lo último que vio al salir fueron las avellanas del peruano en fuego. Era lamentable.

—-

Mr. Loverman l UsperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora