Hijo del sol

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  Para ser honestos, Albus esperó algo mucho peor al salir del consultorio de Neville e ir al encuentro de su madre.

  Esperaba gritos, regaños y acusaciones. Así que, cuando su madre tomó su cuerpo entre sus brazos y sollozó en su hombro, no supo muy bien de qué forma debía reaccionar.

   Por lo tanto, no hizo nada. Solo permitió el contacto. Sin dejar salir ninguna de las quejas que subieron por su garganta, ante la sofocante presión que aplastaba sus magulladas extremidades.

-No puedo creer que te hayas ido del hospital -Ginny hablaba en murmullos apenas entendibles, como si temiera alzar la voz- ¿Sabes cuantos huesos tienes  rotos? ¿Tienes idea de lo preocupada que estaba?.

  Había mucho dolor en el tono de su madre, Albus se sintió agobiado. Sostuvo la mejilla mojada de la pelirroja con su mano buena, ella estaba evidentemente sorprendida ante el delicado y nada común gesto.

  Miró directamente a sus ojos, respirando profundo y creando, mentalmente, una puerta abriéndose. Siguiendo paso a paso las instrucciones de Neville. Si bien era imposible recuperar la sanidad mental  con una sesión, Nev le dio ejercicios para practicar hasta su próxima reunión.

  Evocó los primeros recuerdos que poseía de ella. Arrodillada en el piso, aplaudiendo y sonriendo sin parar al verlo atar el nudo de su zapato por si mismo; El primer día de escuela, el mechón rojo escapando de detrás de su oreja al agacharse a su lado y besar su frente. Las palabras "Volveré antes de que te des cuenta" susurradas en su oído con la esperanza de que dejara de llorar.

  Pequeños detalles, dijo Neville. Cosas imperceptibles serán la llave que necesitas.

  Y ahí, mientras contaba las pecas de Ginny Weasley y categorizaba el café exacto de su iris, una lagrima se formó en el borde de su ojo derecho, deslizándose lenta y tortuosamente hasta la mitad de su mejilla.

  Solo fue una, Albus acarició el sentimiento con la punta de sus dedos.

  Ginny, totalmente alarmada y embelesada con lo que sus ojos veían, observó, con el aliento atrapado en la garganta, el camino recorrido por la pequeña gota.

Arañó a más no poder la dichosa puerta, una vez se cerró de nuevo frente a sus narices.

  Apretó sus párpados juntos y quizo maldecir. Era un inicio, Neville dijo que seria lento. No lo forzaría más por el momento.

-Lo siento -No lo sentía. No en realidad. Pero seguiría diciéndolo hasta que se hiciera real.

  No prestó mucha atención luego de eso, más que nada concentrado en su cabeza dando vueltas y el agudo aguijonazo en su costado.

  Se tambaleó, pensó que caería, pero en un respiro alguien lo sostenía por debajo del brazo, permitiendo que recargara su peso en él.

  Al mirar en esa dirección, encontró a James sonriendo temblorosamente. Su agraciada nariz sana le recordó el vendaje en la suya propia, y por consecuencia, su última pelea.

   Quizo empujarlo lejos, se resistió por dos razones. Una, estaba muy seguro de que sus rodillas cederían en cualquier momento. Dos, le prometió a su nuevo psicólogo que intentaría dejar de proyectar su ira en otras personas.

  Dejó que le ayudara a llegar y subirse en el... ¿Auto de Draco Malfoy? ¿Qué hacía el auto de Draco Malfoy allí?.

  Sus respuestas estaban arriba, ocupando el asiento del conductor y también el del copiloto.

-Es bueno saber que está vivo, Señor Potter -Habló Draco mientras su madre y hermano subían a su lado.

  Encontró su mirada por el retrovisor, había un tipo de alivio en sus ojos que no pudo descifrar. No creyendo que ese hombre estuviera genuinamente feliz por su despertar. No creía poder comprender a Draco Malfoy en esa vida o la siguiente.

  Su mirada se desvió automáticamente al chico sentado a su lado. No lo miraba. Ni siquiera se giró en su dirección para recocer su presencia.

  Albus podría jurar que cualquiera en cien kilómetros olería el humo que escapaba de los oídos de Scorpius en ese momento. Quizo gritarle. Justificar sus acciones al engañarlo y manipularlo para escaparse. No lo hizo, decidiendo que sería mejor guardar un poco de silencio hasta llegar a donde se supone que se dirigían ¿Quizás el hospital?.

Daba igual, ya se arreglaría con Scorpius. Podía ser muy persuasivo si se lo proponía.

Pelear, besar y... ¿Como es que iba? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora