Súper Magnífico

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El día pintaba maravilloso desde el momento que abrió los ojos.

Despertó cinco minutos antes de que sonara la alarma (Su padre gritando desde la cocina para que deje de holgazanear y fuera a desayunar), se levanta deprisa, tiende su cama y sonríe felizmente al escuchar el primer llamado.

-¡Scorpius Malfoy, llegarás tarde a la escuela! -Draco lo dice con suficiente indignación para hacerle creer que es la décima vez que lo repite.

  Salió de la habitación y su padre lo miró exageradamente sorprendido mientras depositaba en platos el desayuno que acababa de comprar en la cafetería de la esquina.

-¿Lloverá dinero hoy o qué te impulsó o levantarte tan temprano?.

  Scorpius resopló risueñamente y tomó asiento en la barra de la cocina. Inhaló despacio, permitiendo que el olor de pan recién horneado lo invadiera.

-¿Croissants?.

-Me siento nostálgico -Respondió Draco encogiéndose de hombros. Apoyó sus codos sobre el mármol y lo observó comer por unos segundo antes de sonreír- ¿Y eso?.

-¿Eso qué? -Usó la servilleta para quitar los restos de crema de su boca.

-Esa sonrisa. ¿Alguna razón en específico? ¿Descubrieron un nuevo planeta? ¿Se retrasó la extinción de una especie? ¿Te dieron créditos extra en tu ensayo de literatura? ¿O...

-¿O?.

-¿Hay algún apuesto joven en el panorama? -Scorpius se atragantó con su croissant- No tienes que contarme si no quieres, digo, respeto tu privacidad. Sin embargo, debes saber  que me romperás el corazón si no lo haces, posiblemente me encierre en mi habitación a llorar todo el día, pero no hay presiones.

  El gorgoteo de una risa ascendió rápidamente por su pecho hasta obligarlo a doblarse sobre la barra entre carcajadas.

  Su padre no lo interrumpió en ningún momento. Solo lo miraba con esa curiosa diversión característica suya.

-Solo es un buen día. Es más... -Tomó aire, alargando la espera- Me atrevería a decir, que es un súper magnífico día.

-¿Un súper magnífico día? No tenías uno de esos desde Francia -Tragó un sorbo de café helado (Su más resiente obsesión)- No podría estar más feliz.

   Si le hubieran pedido que pusiera en palabras lo que sentía aquel día, habría fracasado miserablemente.

  Inglaterra era su tierra natal, allí vivió los primeros ocho años de su infancia antes de mudarse a Francia. La visitaba constantemente con su padre luego de eso, con el fin de monitorear la Mansión Malfoy (Antigua casa de los abuelos) y hacerle visitas a su madrina y tío Blaise.

  Sin embargo, volver resultó, cuando poco, tedioso.

  Adaptarse a una nueva escuela, preocuparse en hacer nuevos amigos, caerle bien a los profesores, el lío de tareas, anotarse en todas las optativas disponibles para tener más créditos, y en general, explotar todos los medios posibles por los que podía entrar a Oxford.

  Su padre había ido a Oxford, y desde sus tiernos seis años se volvió su sueño supremo hacer lo mismo.

  Y hubiera estado bien, Scorpius tenía sus métodos para mantener todo bajo control y balancear perfectamente su vida social con sus deberes escolares. Nada se habría salido del margen, si no fuera por el desquiciado Albus Potter, quien llegó a hacer un desastre en su plan de vida.

  Agregando a su lista de preocupaciones, no sólo vivir con miedo de ser asesinado como un convicto en el baño de una cárcel, tampoco el ser arrestado y tener un  antecedente criminal. No. Lo peor venía al contemplar la posibilidad de ser expulsado.

¡Todos saben que las universidades prestigiosas no aceptan a nadie con una expulsión en su expediente!.

Tampoco a los delincuentes juveniles, pero eso era lo de menos.

  Hasta dos días atrás, pensó que moriría de una crisis nerviosa cada vez que se lo encontraba en un pasillo.

  Ahora Scorpius caminaba tan ligero como antes. Puso a Albus en su lugar y se sacudió ese problema de encima.

  La paz mental estaba infravalorada.

  Nuevamente podía ocupar su tiempo en cosas productivas, como buscar una carta de recomendación en el albergue en donde hacía voluntariado.

  Paz mental.

-Ya que estás de buen humor... -Oh oh, Draco tenía su sonrisa secreta. El día estaba por mejorar diez por ciento más- Quería decírtelo luego, pero se presentó la oportunidad.

-Escúpelo.

  Su padre hizo una mueca ante el modismo, pero lo ignoró a favor de lo que iba a decir.

-Ya dieron los permisos que faltaban. En un mes los abuelos podrán enviarnos las cenizas de tu madre.

  Sus ojos ardieron violentamente, su corazón se saltó un latido, solo para luego dispararse tan rápido que temió estar por sufrir un ataque.

-¿Lo dices en serio? ¿No me mientes? -Ambas preguntas salieron estranguladas por el nudo en su garganta.

-Pensé que cuando lleguen podríamos ir al Big Ben y esparcirlas como ella siempre quizo.

Saltó de su banqueta y dio la vuelta al mostrador, aferrando a su padre en un abrazo.

-Siempre decía que sería gracioso regar los restos de un muerto sobre las cabezas de los inocentes turistas -Murmuró desde su escondite en el cuello de Draco.

-Tu madre era una mujer perturbadora. Hermosa, inteligente y elegante. Pero muy perturbadora.

  Se permitieron reír y llorar por unos minutos más antes de correr para no llegar tarde a sus respectivos destinos.

  Sí. El día solo parecía ir mejor cada vez.

Pelear, besar y... ¿Como es que iba? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora