VI

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Luego de la escueta despedida de Chiyoh, Will y Hannibal no conversaron más en lo que quedaba del día. Cada uno se enfrasco en su propio mundo. Lejos del otro. 

Hannibal estuvo leyendo y limpiando la terraza para pasar un rato ahí, dibujando. Disfrutando del atardecer y luchando con todas sus fuerzas para no ir hasta la habitación del chico y ver qué hacía, ver qué cosas eran mejor que estar con él, mirando el atardecer. Tal vez sin hablar pero haciéndose compañía. 

De pronto, una señora que él sabía vivía a unas cuantas casas más allá, caminaba junto a su pequeño perro por la playa, ella lo reconoció de inmediato y lo saludó con la mano, sonriendo ampliamente. 

—¡Lucas, ha pasado tiempo, pensamos que habías vendido la casa!  

—No podría vender esta vivienda, señora Jhonson.  —Él, encantador y cortés como siempre mientras no hubiesen groserías de por medio. 

La señora mayor de cabellos claros caminó a su encuentro, mirándolo desde su posición más abajo de la terraza. Hannibal se levantó y se apoyó en la baranda.  

—¿Aún tocas el clavicordio como un experto?, era un agrado pasear con la melodía de fondo saliendo por tu ventana. 

—Aún toco, sí. 

—¿Planeas quedarte mucho tiempo?, de ser así podrías venir al parque uno de estos días, hay una feria y estoy segura que a todas les gustaría volver a verte, aunque sin presión, solo no pases tanto tiempo solo —dijo con cariño. 

En ocasiones anteriores, Hannibal si se daba la libertad de recorrer el lugar porque solo tenía cargos en Francia e Italia y era algo muy volátil, pero ahora, sentía que no sería lo más prudente. Cavendish no estaba tan lejos de Virginia y Baltimore, aunque estaba seguro que nadie leía el TattleCrime a su alrededor, no quería arriesgarse. Ahora no estaba solo su libertad en juego.

Ya no se encontraba solo, ahora tenía un compañero. Un igual. 

—Esta vez no estoy solo señora Jhonson, vine con un amigo. 

—¡Espléndido!, debe ser igual de educado que tu, deberías traerlo a la feria si decides asistir. 

¿Educado?, no estaba seguro si aquella palabra definía a Will en estos momentos, o en algún momento de su vida. 

La mujer mayor se alejó caminando por la orilla de la playa, despidiéndose de él con la mano por ultima vez.  Hannibal volvió a sentarse frente a la mesa de dibujo que tenía un boceto de la playa a la mitad, algo incompleto, como el mismo se sentía en ese momento. 

Llegó a él, el pensamiento de que no importaba si William era educado o no, solo le bastaba seguir siendo igual de cautivador e indescifrable, solo así, con tan poco, mantendría a Hannibal Lecter encantado. Esperando por más. Ansioso del resultado de la crisálida, ávido de vivir junto a él su naturaleza innata. 

"Con paciencia se gana el Cielo".

"Con paciencia se gana el Cielo"

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Contratransferencia [Hannigram]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora