XII

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Anteriormente, luego de que Hannibal se duchara y Will se deshiciera de su vergüenza, no se les hizo necesario salir a cazar porque descubrieron que el hambre había pasado a segundo plano. Lo resolvieron con unas copas de vino tinto y degustación de quesos Brie, Gruyere y Camembert. Fue suficiente para ambos. Prefirieron gastar su energía en conversar. 

Pero esta noche fue distinta, un paseo inofensivo por Kotor se convirtió en una cacería atractiva. En un cortejo sangriento, literal y sin mentiras. Un genuino Will y un divertido Hannibal detrás de un hombre que gritó y golpeó a una mujer frente a ellos. Una grosería lo bastante grande como para dejarla pasar.  A los ojos de Will golpeaban a Abigail y a los de Hannibal, a su pequeña Mischa. 

—La gente no sabe lo agotador de todo este proceso, pero desmembrar un cuerpo es trabajoso. —El sonido de un cuchillo afilándose y luego este mismo cayendo sobre la carne con fuerza— Si no se tienen los elementos ni la fuerza necesarios para hacerlo puede llegar a ser muy desastroso, mira Will, ven aquí y pruébalo tu mismo. 

—¿Olvidas que lo hice con Randall Tier? —inquirió Will con un leve tono de socarronería en su voz. Se acercó hasta la encimera y tomó el cuchillo que le ofrecía Hannibal. 

—Jamás podría olvidarlo pero déjame recordarte que sacaste carne de lugares blandos, intenta separar una mano del brazo, anda, demuéstrame de qué estas hecho. —Lo desafió Lecter, tomando la copa de vino y llevándola a sus labios. 

William lo observó directamente, claro que aceptaría el reto, demostraría de lo que era capaz. Se sacó el abrigo, lo dejó sobre una silla y luego se subió las mangas de la camisa hasta los antebrazos. El cuchillo volvió a su mano y se pudo ver en el reflejo, ahora no le molestaba mirarse directamente a los ojos. Siguiendo con su trabajo, enterró dicho cuchillo y la piel fue separada de manera fácil, casi parecía arcilla pero pronto, el instrumento en su mano se detuvo y por más que aplicó presión no traspasaba la barrera impuesta. Sacó el cuchillo de la carne y volvió a meterlo, algo sonó pero el corte seguía igual. Inamovible. 

Vio a Hannibal sonriendo en el reflejo de su copa y su ceño se frunció con molestia. 

—Tienes que-

—Cállate. 

La expresión del Doctor fue teatral. El ex agente Graham estaba tan consiente de su debilidad por él que incluso ahora lo interrumpía y lo hacía callar. Hannibal se preguntó en qué momento había perdido tanto su respeto. Aquello lo tradujo en que Will comenzaba a verlo como un igual.

William se movió rápidamente y antes de que el psiquiatra lo regañara por su comportamiento, abrió el cajón de los cuchillos, de ahí sacó uno estilo hachuela, lo blandió con ambas manos hacía arriba. El filo de acero brilló bajo la luz de la cocina y de pronto, la misma mano con la que aquel hombre había abofeteado a la mujer en medio de la calle, salió volando y cayó en el piso, dejando un rastro de sangre. 

—Desestresante y fácil. 

En una ocasión durante los tres años preso en aquella jaula de exhibición donde se encontraba, Hannibal pensó que jamás le fascinaría tanto Will como cuando lo vio arrancarle la mejilla de un mordisco a Cordell pero estaba tan equivocado. Demasiado equivocado. Definitivamente alimentar a la oruga y susurrar a través de la crisálida había sido algo importante y divertido pero ahora, que veía y podía apreciar su naturaleza, aquella que buscó en él por tanto tiempo, era satisfactorio. Era como tener una obra que solo él, en lo más íntimo, podía admirar. 

Contratransferencia [Hannigram]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora