Sirena. Capitulo 9

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Capitulo 9:

Luego de un día estresante en el trabajo viendo la mejor manera de reunir la evidencia que necesito para cumplir el trato que hice con Hanna, vuelvo a mi casa acompañado de una sensación de intranquilidad, tal vez porque me siento culpable por las cosas horribles que le dije esta mañana debido al enojo y a la aprensión por mi supuesta verdadera identidad.

Descargue contra ella la ira que sentí. Más tarde, ya tranquilo me arrepentí de haberle dicho que la desprecio, porque durante todo el día no pude quitarme de la cabeza la expresión dolida y atormentada que Hanna me mostro luego de escucharme.

Es la primera vez en mi vida que siento arrepentimiento luego de haber rechazado de manera tan tajante y fría el amor de una mujer.

Hanna no solo asegura guardar sentimientos amorosos por mi. Asegura ser mi reina. Asegura ser mi pareja. Dice de manera segura ser mi compañera. Según ella se convertirá en mi prioridad. A parte será la madre de mis futuros hijos. Hijos que no tengo planeado tener.

Si bien Hanna no es una mujer, aunque no sea humana, tiene la capacidad de sentir emociones.

Por alguna extraña razón me quiere. A su manera, pero me quiere. Su expresión de dolor y de desilusión me lo dijo.

Después de comprobar que le gusto, una parte importante de mi siente alivio. Hasta me siento contento, puesto que no solo es la criatura mística que por tanto tiempo me intrigo y fascino. También es increíblemente hermosa con apariencia humana. A decir verdad, con su apariencia real dentro de aquella pecera me pareció hermosa y distinguida.

Antes de haberme disgustado con ella, me agrado descubrir que frente a mi pueda ser tan transparente, dulce, tierna e inocente.

En el fondo quiero proteger esa inocencia. Y también seria agradable mantener el interés amoroso que siente por mi, así que estoy preocupado por las consecuencias que pueden acarrear mis palabras. Tal vez he destruido el sentimiento que la ata a mi.

Hasta hoy he pensado que el amor es una ilusión humana. 

Justo ahora mientras rememoro a la sirena, y el dolor que le cause, pienso que el amor es una trampa maldita.  

Creo que ella nació con ese sentimiento impuesto por aquello que la creo para que cumpla de buena gana, con la profecía que la impulsa y mueve.

 Puede que el amor incomprensible e ilógico que Hanna siente por mi, se transforme en un odio corrosivo.

Tal vez Hanna ya no me permita descubrir todo sobre el mundo desconocido que envuelve el misticismo de las sirenas.

Esta mañana si bien le aseguré a Hanna que jamás la querré, el corazón dentro de mi pecho se acelero cuando vi sus ojos negros ponerse tristes, hasta el punto de humedecerse con lágrimas amargas.

Me agrado atestiguar que si le importo. Le duelo. La hiere mi desprecio.

Por un momento quise retractarme luego de rechazarla, para después abrazarla con ternura pidiéndole perdón, porque no me agrado verla herida. Finalmente no me disculpe porque me gano el orgullo.

Lo peor fue la sensación de intranquilidad que me invadió por la desilusión y la rabia que Hanna me expreso tras cerrarle mi corazón.

Hanna en ese momento no me dijo nada en respuesta. Pero sus ojos llorosos llenos de dolor y de rabia si me hicieron sentir culpable.

Temo que la sirena comience a odiarme. Temo que huya de mi. Temo perderla. Temo que nuestro trato se rompa.

¿Cómo podría retenerla en caso de que decida marcharse de vuelta a su mundo sin mi?.

No debí expresarme de aquella manera. Ahora no tengo la menor idea de que forma disculparme con ella. Temo no encontrar las palabras adecuadas, porque no soy bueno expresando sentimientos.

No sé como pedir disculpas, porque nunca antes me he disculpado con nadie. Jamás hasta hoy me sentí culpable.

Cuando por fin reúno valor y entro en mi casa no veo a Hanna esperándome. Las luces de la casa se encuentran apagadas. Todo esta tal cual lo deje esta mañana.

La sirena no se ve por ninguna parte, por lo tanto la intranquilidad que siento aumenta. La llamo con la voz, pero ella no aparece.

Hanna no viene a mi encuentro, así que me apresuro a ir a su habitación. Con aprensión observo que el cuarto esta vacío. Trago saliva. Una sensación dolorosa me estruja el pecho. Estoy preocupado por ella. Hanna no conoce como funciona el mundo humano. Puede que lo haya visto en visiones, pero en la realidad es diferente. Ella no sabría como desenvolverse. Puede que se extravíe. Puede ser posible que no encuentre la manera de volver al mar. 

En el peor de los casos puede causar un alboroto y acabe llamando la atención de las autoridades.

 Tal vez la capturen. Tal vez la torturen. Tal vez hasta resulte muerta.

Si por alguna razón salió a la calle y algo malo le sucedió, jamás podría perdonármelo.

Si algo trágico le sucede a Hanna, se perdería la única posibilidad de salvar parte de la humanidad.

Aunque sé que Hanna puede defenderse sola porque es una arma de destrucción andante, aún así temo por ella. Por muy hábil que sea para protegerse a si misma, pueden atraparla. Siento la urgente necesidad de verla frente a mis ojos. Quiero verla. Necesito verla. Tengo que encontrarla sana y salva. En este momento comprendo que me importa un comino lo que pase con el mundo. Solo me importa Hanna.

Hanna es más importante que mi vida. Por ella lo sacrificaría todo. Estoy dispuesto a todo para protegerla. La protegeré hasta el final, porque es la última esperanza de la humanidad. Pero justo ahora no me preocupa la humanidad. Solo quiero tener la certeza de que Hanna esta segura. Ella me importa mucho y no sé porque. Solo sé que el corazón me esta doliendo de solo pensar que nunca volveré a verla.

Si la encuentro me disculparé por el desprecio que le exprese y luego nunca me separaré de ella.

Me dirijo a mi habitación porque es el único lugar de la casa que todavía no reviso. Puede que Hanna este allí. Ruego que mi sirena este a salvo.

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