⚜️ capítulo v ⚜️

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     Laena llevaba ya un tiempo queriendo volver a Marcaderiva

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Laena llevaba ya un tiempo queriendo volver a Marcaderiva. Su segundo parto se acercaba, y quería que el bebé naciera en sus tierras, junto al mar, como un verdadero Velaryon; quería que todos sus hijos pudiesen disfrutar y vivir sus raíces. Pero Daenerys no era una Velaryon, era una Targaryen. Su hogar no era el mar, sino el núcleo de un volcán; en Rocadragón se sentía una con su esencia, ahí era donde su sangre Valyria hervía con más fervor en sus venas, y Daemon no quería quitarle eso.

—No me importaría —dijo Daenerys entre las sombras, después de presenciar otra pelea más entre Daemon y Leana.

—Deberías estar en la cama —le regañó su tío, con la vista fija en un antiguo libro Valyrio.

—Estoy mayorcita como para que me mandes a dormir. Y no me cambies de tema. Sé que te rehusas tanto a ir a Marcaderiva porque crees que será negativo para mí.

La joven princesa salió de su escondite, acercándose a la mesa donde estaba sentado su tío. Su camisón de seda rojo para dormir se arrastraba por el suelo de piedra. Iba descalza, como acostumbraba a hacer en su hogar; le gustaba sentir el frío húmedo del suelo bajos sus pies en las noches de verano. Su cabello platinado estaba corto desde hacía varios meses, ahora quedándole por encima de los hombros. Tener una melena larga le suponía demasiado trabajo y esfuerzo a esas alturas de su entrenamiento como caballero; ya estaba casi lista para entrar en batalla, cortárselo para evitar nudos y enredos le había parecido la solución más sencilla. A Leana casi le dio un infarto cuando una mañana bajó a desayunar con un lado de su cabello por encima de una oreja y el otro por debajo. Se lo había cortado Baela; resultaba que la joven de trece años no era muy diestra con las tijeras. Su madre había conseguido igualárselo, y ya le había crecido un par de dedos de longitud, pero cuando entrenaba, con sus ropas holgadas y su armadura, parecía un joven muchacho.

—No tendremos esta discusión otra vez.

—Los que no paráis de discutir sois tú y madre. Y si el único motivo por el que no vamos a Marcaderiva soy yo, entonces son discusiones inútiles. No me importa donde vivamos, me importa que estemos juntos.

—Marcaderiva no es nuestro hogar.

—Pero es el suyo, Daemon. Y ella es tu esposa.

—Y tú... —se interrumpió a sí mismo, cerrando de golpe el libro. Suspiró y giró la silla para encarar a la joven—. Tu sangre es la de los dragones, Daenerys. Un dragón no pertenece al mar, pertenece al fuego, pertenece al magma. El tiempo de Marcaderiva no es bueno para los dragones, es demasiado húmedo. Tampoco es bueno para nosotros.

—Pero podríamos estar allí un tiempo. Podríamos ir antes de que de a luz, y pasar allí las primeras lunas del bebé. Que Baela y Rhaena se sientan en casa para variar. Este tampoco es su sito, el mar las llama tanto como Montedragon nos llama a nosotros.

Sangre y ceniza ✨aemond✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora