Los compromisos con ajenos no es divertido, la gran mayoría logra acabar en buena relación, los otros simplemente no pueden decir lo mismo, y otros, que amaban desde el minuto cero, el que ahora sería por siempre su destino..
El suave respirar de la chica llegó hasta los odios de sus cuidadores.
La princesa estaba por irse hacia otro reino, para casarse con el príncipe heredero de Sol, unión que la mayoría anhelaba con locura.
Pues se decía, que la unirse los seres más poderosos de estos oponentes, saldrían un hermoso bebé, que traería la paz por miles de generaciones, protegiéndolos a todos ellos.
Celia claramente no creía en eso, pues ella no era la más poderosa de su reino, al contrario, era débil, tanto física como emocionalmente, no entendía que pasaba con ella, por qué a diferencia de su familia, la cual, si era fuerte y poderosa, ella estaba muy debajo del nivel.
—Alteza, deberíamos regresar, el Rey podría estar preocupado. —Dijo uno de los guardias que estaba detrás de ella, tomando una proximidad bastante cautelosa.
Celia se giró hacia él, mirándolo con una pequeña tristeza, no quería ir, realmente no quería volver al palacio, esa sería su última noche ahí, no quería irse, no quería comprometerse con un perfecto desconocido, y mucho menos dejar todo lo que ella tenía.
—¿No tengo opción, no es así? —Preguntó con una sonrisa triste.
—Lo siento mucho, mi lady. no podemos hacer nada...
—No, no. No era su obligación decir algo, mis padres son demasiados testarudos. —Suspiró— Será mejor que entre de una vez, luego no podré comer.
Con un triste semblante, la futura esposa del señor del Sol, se adentró en su castillo, con las compasivas miradas de sus guardias, quienes solo deseaban ver cómo aquella princesa, la que alguna vez fue el sol más brillante del Castillo, feliz de nuevo.
Sabían por todo lo que pasaba la pobre, desde maltrato por su madre e insultos de su padre, eran realmente cruel con la joven princesa, que solo hacia todo lo posible por hacerlos felices.