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16 años con la misma rutina, ahora tratando de ser mejor, pero no soy la mejor en eso lo admito. La manera en la que todo surge es demasiado extraña, el tiempo que vivimos se esfuma y luego... Nada, no queda nada. Día tras día, tratando de superarnos unos a otros, unos matándose, otros trayendo vidas al mundo. ¿En qué lado estoy yo? No lo sé, realmente quisiera no descubrirlo, preferiría pasar mi vida justo y como está ahora, sin hacer ningún cambio.

¿Es posible eso?

Preferiría morir antes que algo le suceda a alguien o que yo haga algo de lo que me arrepienta.

Tres de la tarde, los reflejos del sol cayendo sobre mi, mis manos y mi mandíbula sosteniéndose sobre el borde de la pared en la terraza, mi vista buscándola y mi mente pensando en todo, vagando sin nada en específico.

Con una mano saqué mi teléfono del bolsillo. Es increíble como un aparato puede hacerte desperdiciar y perder tanto tiempo, cualquiera que me escuchará me diria que sueno como un señor de setenta años regañando a cualquiera, pero vamos, es cierto.

Sin darme cuenta mi amada pelirroja estaba tocando la puerta.

Baje corriendo las escaleras de mi casa hasta llegar rápido al patio y abrirle la puerta.

—Buenas tardes, ¿Podría alguien hacerme el favor de abrir la puerta? —Vociferó desde afuera.

Quite la llave a la puerta y la abrí. —señorita, me sorprende lo educada que es.

Negó con su cabeza. —Callate, creí que tus papás estaban en casa. Acuerdate que la ultima vez me regañaron por maleducada.

Nos reímos y entramos a mi habitación, llevaba alguna ropa y el uniforme de el colegio, ya que se iba a quedar en mi casa porque al otro día teníamos que ir a clases.

—Ey, ¿ Por qué traes uniforme? —Normalmente el primer día no usamos el uniforme.

—¿Tu eres retrasada o te haces?

—Mas respeto por favor, o te saco de mi casa. —Obvio no lo iba a hacer.

—Me voy, pero la que va a llorar de miedo a que la secuestren o que la maten mientras duerme no voy a ser yo. —Infantilmente le saque la lengua. Además si era cierto, todo eso de secuestros y asesinatos siempre me han dado un miedo terrible.

Soy demasiado paranoica.

Incluso las películas con estas cosas no me gustan, me aterrorizan, nunca voy a entender como la gente puede asesinar y no sentir nada.

—Ya, ya, es que te pregunto, porque yo sé que amas el uniforme y eso pero el primer día no se va con uniforme ¿o si?— le pregunté mientras levantaba una ceja.

—Dos cosas, primero, —Hizo una pausa mientras tiraba su uniforme planchado y su maleta en mi cama. —No, no me gusta el uniforme lo detesto, esto no va conmigo pero me tienes que ayudar, segundo, cómo haces para levantar la ceja yo no puedo, ve esto.

Intentaba levantar la ceja y lo único que conseguía era abrir más los ojos.

—Deja de intentar hacer eso— exclame mientras me sentaba en mi cama carcajeandome de la risa.

—Algun dia me tendrá que salir y mas te vas a reir— Dijo tambien riendo y metiendome un manotazo en el hombro.

—¡AUCH! Como digas, igual ni es cierto. ¿Con que necesitas ayuda?.

—¿Sabes coser?

—Claro que si, hasta tu pregunta ofende, tu mejor que nadie sabes que se cocer: Pasta, frijoles, arroz...

°Casi cierto°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora