Seis

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Narra Daniel:

10 de Abril del 2022
Melbourne, Australia.

El bullicio que generaban los ingenieros, mecánicos e invitados en el garaje me obligó a colocarme los auriculares y a subirle el volumen a la música, para poder así intentar silenciarlos tanto a ellos como a mis malos pensamientos.

Pero a decir verdad, por más esfuerzo que pusiera mis niveles de concentración eran nulos,  y el motivo era todo lo que había ocurrido en las últimas semanas, provocando que mis pensamientos se centraran en la persona que se encontraba a varios garajes de distancia.

Busqué una posición cómoda en el piso, pero solo logré que el continuo movimiento de mis piernas, chocando con el mismo producto del nerviosismo, comenzaran a cansarse y doler.

Me moví de un lado a otro de forma inquieta tratando de buscar una mejor posición, pero el fastidio que sentía me llevó a pararme y retirarme del lugar.

Comencé a caminar por la calle del pit lane, y a medida que avanzaba por la misma me preguntaba si había tomado la decisión correcta, ya que las cámaras y los reporteros estaban al asecho.

Pero cuando la ví, todos los pensamientos malos se disiparon, mi cuerpo se relajó, mi corazón comenzó a latir con más fuerza, siendo esa la respuesta que necesitaba.

Esmeray se encontraba al fondo del garaje de Red Bull, acompañada por Orión y Dana. El trío conversaba animadamente, provocando que entre tanto y tanto, Esme se tapara su rostro, para ocultar entre sus manos esa sonrisa que a ella no le gustaba, pero que para mí la hacía lucir hermosa.

Me quedé observando la escena desde lejos, hasta que los ojos de Esmeray se encontraron con los míos, y al verlos aún estando lejos todo en mi tembló, porque pude notar a la perfección como pasaban de la alegría a la tristeza en cuestión de segundos.

La angustia me invadió, pero no iba a dejar que me ganara, por lo que moví mi mano en forma de saludo y traté de sonreír, aunque por dentro me estaba muriendo.

Ella respondió con el mismo gesto, siendo su mano la que se movía con su característica delicadeza y elegancia, en tanto una media sonrisa se dibujaba de forma fugaz y se desvanecía al igual que su brazo, para que acto seguido sus manos se entrelazaran de forma nerviosa.

Mis ojos no pudieron evitar observar cada uno de sus movimientos, pero de todo su accionar lo que más me llamó la atención fue su vestimenta.

Su hiyab se encontraba impoluto, pero en esta ocasión el color no rondaba en los que ella usualmente habituaba, sino que ahora hacía juego con su playera de Red Bull, y todo el conjunto finalizaba con el resto del uniforme del equipo.

Mi vista subió realizando el mismo recorrido encontrándome a una Esmeray ruborizada, al mismo tiempo que enredaba sus manos en la tela de la remera para ocultar su nerviosismo.

Continue observándola desde mi lugar, mientras mi mente se llenaba de pensamientos buenos y mi corazón de esperanza, porque todo lo que veía era que Esmeray estaba cambiando en busca de su mejor versión, pero lo que más me enamoraba era que su esencia seguía intacta.

Su rostro realizó una mueca que interpreté al instante, y un guiño en aprobación fue la respuesta perfecta para que ella pudiera largar el aire que tenía contenido dentro de sí, en tanto notaba como todo su cuerpo se relajaba al saber que yo apoyaba su decisión de verla ir en contra de lo políticamente establecido.

Y el verla reír me permitió regresar al garaje, un poco más relajado ante el hecho de saber que todo el sacrificio que estaba haciendo por ella, al final valdría toda la pena.

Tinta negra |Daniel Ricciardo | Trilogía F1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora