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La reunión se dio por acabado, y Arno aprovechó de que la sede quedó sola para llamar a Martín y encerrarlo en una oficina para charlar.

—Está bien... Sospechaba que Marino no se llevaba bien contigo, pero ¿Era necesario contarme tus traumas con la muñeca Barbie bombera?— Arno baja una ceja, mirando con duda al representante del país con ojos cielo.

—¡Eso fue un momento muy importante en mi vida! ¡Yo quería una muñeca barbie policía, no una bombera!

—¿Ese trauma fue mucho más importante que el de tu padre drogado diciéndote que para él eras una vergüenza de hijo?

—Sí, obviamente.— afirma con seguridad, frunciendo sus labios y emitiendo un '¡Mmh!', ofendido de no ser tomado en serio.

—Por Dios... Creo que por primera vez entiendo a Marino.— murmura el coronel ante el comportamiento tan infantil e insensible del otro hombre.—Well, you.... Tú tienes que llenar algunos papeles que te voy a dar, es obligatorio. Eres el representante de un territorio que está a nombre de otro dictador. Tu padre nunca te mencionó, así que me imagino que ni siquiera buscando abajo de una roca encontrarás los papeles de herencia. Así que, te conviene empezar desde hoy a llenar el registro.

Martín se quedó perplejo, aún seguía procesando aquella charla tan larga. No era muy bueno escuchando a la gente.
De la nada, ve como la puerta de la oficina se abre por otro hombre, quizás era su asistente o algo así.

—Aquí tiene.— deja una montaña de papeles en la mesa.

Martín tuvo que pararse de su asiento para ver bien la punta de la pila de papeles.

Igual, no tenía sentido. Su padre iba a dejarle su puesto, pero al final sólo le había permitido ser coronel de la armada.

El asistente se va con serenidad, dejando que el ambiente calmado subsistiera entre ambos. La Arno le pasó una lapicera al argentino, quien la tomó y jugueteo con ella hasta que la mirada del coronel lo hizo salir de su burbuja y empezar a escribir en los papeles.

Problema:

Estaba todo en inglés.

La mirada de sorpresa en Martín era muy exagerada, tanto que hasta un ciego presentía aquella confusión.

—Espérame aquí que iré en busca de un traductor, no tengo tiempo para pasar todos los papeles a español. Más vale que lo escuches bien y- ¡Caramba, João! Por que você é um perseguidor?!

Martín estaba tan embobado en las letras movedizas de los papeles que no pudo ver quién era el que conversaba con Arno.

Por nada.Responde con "inocencia" un cierto hablante de portugués.

Eu juro que se você continuar assediando a Martín, eu vou te colocar em problemas legais.

¿Están hablando en el taka taka de Turquía?— se atreve a preguntar Martín, apareciendo como un fantasma atrás del hombre alemán que seguía parado justo en la puerta, con João en frente suyo.

—Primero que nada: se dice idioma turco, y segundo: ¿Cuándo conociste Turquía?— Arno voltea y observa al pequeño con duda, en ningún momento lo había visto acercarse a algún asiático, ignorando a los eslavos.

—Hace años me hablo con ese tipo—refiriéndose al encargado del peatón águila turca—, es medio raro y su taka taka normal es una mierda, así que no me junto mucho.

—¿No sabes que existe la palabra idioma?

—¿Idioma no es lo mismo que bioma?

Arno se queda callado, a veces la ignorancia lo impresionaba mucho. Demasiado.

—¿No quieres tomar clases de castellano?— sugiere Arno.

—¿Aprender a hacer castillos? ¡Piolardo!

...

João, get him out of here before I lost my temperament.le ruega Arno, hablando por lo alto, sin necesidad de murmurar sabiendo que Martín ni sabía la existencia de la palabra "Hello'

—No problem! — responde alegre el brazuca, acercándose al sureño más pequeño para alzarlo como costal de papas.

Martín no hizo nada, sólo se quedó colgando en su espalda. No tenía ánimos de escapar, así que se dejó llevar.

 No tenía ánimos de escapar, así que se dejó llevar

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Gato fachero

Ambos hombres se reunieron un la casa de João. Habían varios militares rodeando el lugar, en cada esquina y en el rincón más pequeño apuntaban con sus armas.

—¿Ser Dictador es siempre así?—preguntó Martín con curiosidad.

—Yo no soy Dictador ni presidente, estoy al mando de peatones únicamente. —dicho esto, se sentó en una de las sillas de su oficina, específicamente en la de mando.

—Vaya...— sin más qué decir, se sentó en una silla en frente de él.—Es... interesante. –mencionó por la apariencia del lugar.

Habían cabezas disecadas de osos en las paredes, una muy siniestra pero común forma de adornar el lugar.

—¿Te parece lindo? Me encanta ser decorador.

—Sí....

El kun siendo el kun

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El kun siendo el kun

El kun siendo el kun

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Mi Amor Argentino (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora