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Al día siguiente

Martín se encuentra tirado en el piso, el calor insoportable lo había obligado a caerse del sillón y dormir de jeta contra el sucio pero cómodamente frío piso.

El sonido irritante de su teléfono lo despertó de su maravilloso sueño donde cuidaba de mariposas gigantes mientras un árbol cagaba arcoiris. No pregunten porqué, pero sus sueños se volvían raros una vez a la semana.

La pantalla del teléfono muestra la llamada de un número desconocido. Toca la pantalla y escucha la conocida voz de la organización a través del teléfono.

"Hola Martìn, buenos días. ¿Tienes los papeles?" Le preguntó con educación y un tono elegante.

—Ah.. los papeles, sí.— responde con inseguridad, ni siquiera se acordaba donde estaban los papeles que debía entregar hoy.

"Bien, en diez minutos te irá a buscar un chófer que yo mismo pagué."

—Para ¿Cómo sabes dónde vivo?

No pudo esperar una respuesta, la llamada fue cortada por el contrario, evadiendo por completo la pregunta.

Pasaron unos minutos, en los cuales el hombre rubio aprovechó para escribir su nombre en cada línea de los papeles. Hasta en la fecha puso su nombre.

....

—Tú quédate aquí y no te muevas.— ordenó el Anders apuntando al argentino tieso en la silla. 

Martín asiente y ve como el agente se va caminando hacia una esquina de la gran sala.  Todas las paredes son de un blanco perfecto, ni una sola mancha y eso lo incómoda. El lugar es gigante, los asientos están muy juntos y el aire caliente está asfixiando sus pulmones.

No pasa ni un minuto más y ya hay militares sentándose en los asientos. Martín quedó entre un hombre też blanca con lentes oscuros que talaban sus ojos celestes. Tenía un porter firme, que hacía resaltar su elegante traje.

John McClarence se dio cuenta de la mirada del tercemundista, sonrió mostrando sus blancos dientes llenos de colgate y levantó su mano llamando su atención.

—Hola, pobre- digo amigo latino.

—¿Eh? Hola.

—麦克拉伦斯,别吓到他。 (McClarence, no lo asustes)— dijo in hombre de rasgos finos y asiáticos. —Peldonalo, es un poco... Obsesivo.

— R con R cigarro — Se burló, resaltando aquella letra que no le sale al chino.

El chino bajó una ceja, confundido.

Gustavo, quien andaba caminando en círculos por toda la sala buscando quien sabe qué, escuchó las palabras del albiceleste y lo tomó por atrás, callando su boca con su mano y con la otra estrangulando lo.

—Disculpalo, es especialito.— se disculpó con el coronel, sonriéndole tan amablemente que parecía joda que estuviera estrangulando a un hombre en ese preciso momento.

—А как звали этих гномов? (¿Y estos enanos cómo se llamaban?)— habló Dimitri de la nada, su voz ronca y su gran sombra encima de los más pequeños no ayudó a que no se asustaran menos.

—¡Ah!— gritaron al unísono los hermanos latinos, chillando como niñas de siete años viendo a su padre con un cinturón.

El eslavo se alejó de ellos, primero por el fuerte chillido y segundo para que no lo atacaran como dos ardillas con sus garras.

—Ehhh... Priviet.— saludó Gustavo con un 'nivel ruso avanzado de Duolingo '

—Привет.— le devolvió el saludo, agregando un movimiento de mano.

Martín no decía nada, sólo estaba mirando al asiáticoreír. Sus ojos confundidos fueron detectados por él, quien no aguantó y rió más fuerte.

Eles muy glacioso.— el chino agarró el brazo del argentino y lo atrajo a él, adentrándose a su espacio personal, cosa que no era común de hacer. — Te mantendle conmigo polque eles glacioso.

—Que manera más rara de tirar galgos.— mencionó la Gustavo, ignorando la presencia del gigante atrás suyo.

EXCUSE ME?! Give it to me!— John agarró al latino y lo puso atrás suyo.

—¡La puta que los parió! ¡Me están rompiendo el brazo, hijos de puta!

—Che, no se peleen muchachas, compartan. El trío es la solución... ¿O sería cuarteto? .... No, pará-— Gustavo apoyó su mano en su barbilla, pensativo, preguntando si João dejaría compartir. No, no cree.. pero si Chang-- ¡¿Y si Dimitri se mete?! ¡VAN A TENER PLATA!

No queriendo malgastar el tiempo, aprovechó la pequeña pelea para acercarse al ruso. Tocó un par de veces su brazo, atrayendo su atención para que se agachara lo suficiente para dejarle hablar a su oído.

—Che, Rusky. Гном полностью ваш. le sonrió de forma pícara al hombre. Dimitri no mostró emoción alguna, lo típico de un emo-— le gustan los chocolates, datazo.— guiñó el ojo y se alejó de la escena, esperando a que se hiciera drama, aunque (por desgracia) João no estaba en la sala, se había ido al baño con Paul hace minutos.

"¿Eso fue un pase a que lo secuestrara?" Pensó Rusia, reflexionando sus palabras. Volvió a la realidad luego de escuchar gritos ingleses, parpadeó y se acordó de la pequeña pelea.

China y EEUU estaban peleándose a gritos y uno que otro golpe, ONU miraba la escena tratando de calmarlos con palabras y el FBI a golpes. El resto de países estaban alejados, realmente ninguno estaba asustado, un par estaban molestos por la interrupción de la reunión y otros festejaban por ver la pelea.

Dimitri agarró la cabeza del estadounidense y lo levantó a lo bruto con facilidad, moviéndolo a otro asiento. No tenía ganas de golpear a alguien, no deseaba generarle una mala impresión a su futuro aliado. Dejó a la otro y se dio la vuelta, con intención de no generar más escándalo, pero la voz de John lo sacó de quicio.

Damn Soviet! lo maldijo John, marcando su sentencia de muerte.

Что ты сказал, глупый американец?! (¡¿Qué dijiste, estúpido americano?!)

—Schlag zu, Dimitri! (¡Golpealo, Dimitri!— animó Arno gritando desde el rincón lleno de europeos.

En una mesa alejada estaba el trío de materos, Waldemar había traído el mate con unas masitas criollitas. Se había olvidado el azúcar, pero ninguno tenía el problema de tomar mate amargo.

—Arno tiene unas ganas de ganar el tercer mundial, pero no de fútbol.— bromeó Gustavo, tomando de la bombilla del mate.

—¿Qué chota dijo?— preguntó Martín, sin entender bien lo que dijo el alemán.

—Que se caguen a piñas, yo lo apoyo.— agregó Gustavo, terminando el mate con otro sorbo y pasándolo a Waldemar.

Martín llevó su mirada a la escena de pelea, era muy entretenido ver a Anders tratando de golpear al ruso que le pasaba seis cabezas de alto. Se concentró tanto viendo los movimientos del Anders que al escuchar el sonido de la puerta abrirse de golpe le dio un escalofrío.

—E MEU MARIDO?!

Ya sin verlo reconocía al dueño de esa voz.

—Uhhh, se armó quilombo.— dijo Gustavo con comida en la boca, sonriendo maravillado de la pelea.— Quiero a João y todo, pero me parece que Dimitri es mejor.

—Naa, aguante Chang, me cae bien y es muy correctito. Además...— se acercó más a Gustavo y le susurró.—¿Te parece que va a aguantar la medida de Dimitri? Míralo, es muy chiquito.— apuntó con la mirada de reojo al rubio.



¡Feliz año nuevo! ¡Espero que no se maten este año! 😀

Mi Amor Argentino (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora