Mi Amor Argentino (EDITANDO)

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João le pegó un puñetazo a John. No pensaba tolerar a ese idiota con conflicto de superioridad. Bastante tiene con que Dimitri y Chang También quieran robarle a su "sol", pero ellos son sus aliados en caso de guerra, no puede hacerles nada.

-¡Para, Martín! ¡Si vos te vas entonces el dine-...  van a dejar de pelear!, ¡Pensa en que ellos te están prestando atención, pelotudo! - Gustavo intentó detener a su estúpido amigo. Es que hay que ser imbécil para dejar de lado a tremendos millonarios.

-¡Me chupa un huevo y la mitad del otro! No les entiendo nad-Ah!!! - Martín se chocó con la espalda de un hombre. Dio unos pasos hacia atrás y se sobo la nariz. - Ah, la puta que me parió...che, ¿Estás bien? Lo siento.

Gustavo miro al hombre con el que Martín se chocó como si se tratara de un fantasma. Él estaba enterado de que la Marino tuvo varios problemas con el hombre inglés y estaba 100% seguro de que Martín esta enterado de eso.

-Are you apologizing? - Preguntó sorprendido. Al ver la cara de orto del argento tosió falsamente, aclarando su garganta. - Digo... ¿Por qué te disculpas?

- ¿Por qué te choqué? Esta bien que haya tenido una crianza de mierda, pero tampoco exageres.

- Pero ¿No vas a insultarme?, ¿Reclamarme?, ¿¿¿Algo???

Decir que Albert no estaba algo fuera de onda es decir poco. Tenía muy malos recuerdos del dictadorMarino, sobre todo por el conflicto que tuvieron por las islas.

- Si querés que te insulte tenes que ir al psicólogo. Es un problema grande que creo se llamaba masomismo. - Mencionó el rubio algo incómodo.

- Masoquista, pelotudo. - Gustavo se tapó el rostro. La inutilidad de su vecino le era increíblemente estúpida.

- Es lo mismo. - Se defendió.

- No es lo mismo un metro de encaje negro a que un negro te encaje un metro.

- Claro, por qué te encanta el metro del negro.

- ¡Ja! El más indicado vos para hablar. No te olvides que tenes al negro ese chupandote las medias. - Señaló a João que estaba ahorcando a John en el suelo mientras Philipp intentaba separarlos.

El grito agudo de Gustavo se escuchó por toda la sala. Martín se había avalanzado contra él cargándolo en su hombro como bolsa de papas, pero al hacerlo tan rápido Gustavo flasho cualquiera y penso que le iba a pegar una piña.

-¡Cagaste, salame! ¡Te vas directo al charco de barro que está ahí afuera!

Martín empezó a correr hacía la salida del edificio, incluso con el peso extra del Uruguayo era increíblemente rápido. Waldemar tenía pensado ayudar, pero prefería hacerse el pelotudo y grabar a Gustavo lleno de barro para despues extorsionarlo.

Cuando Martín estaba a punto de llegar a las puertas una figura se atravesó en su camino, pero como es un crack del fútbol no le costó nada rodear Anders como si fuera un jugador más en el medio de la cancha... Aunque no le duro nada ya que sintió una corriente eléctrica pasar por todo su cuerpo haciendo que sus músculos se tensen y caiga de golpe al suelo, moviéndose como si tuviera convulsiones.

- Por fin. - Dijo aliviado Anders. Estaba arto del argentino y eso que había llegado ayer.

Para la mala suerte del militar, João había visto como le disparaba con el taser a su "marido", así que no tardó nada en tirarse sobre él para quitarle la pistola y desactivar la corriente.

Gustavo se sentó en el piso de golpe y miró a Martín. Estaba más tieso que el pan dulce que tienen desde la navidad del 87' en la heladera.

- Waldemar, tráeme un palo.

- ¿Por qué un palo? ¡No seas maricón y tocalo!