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Cuando Martín salió del hospital, sintió un alivio inimaginable. Ya no tenía máquinas conectadas a su cuerpo, ni tampoco tenía que aguantar a sus amigos tirado en una cama. Se sentía libre, en completa libertad de hacer lo que él quisiera. Bueno, no podía ni correr sin desmayarse por su presión baja, pero ¡Algo era algo!. Martín, pensando en João, se puso a pintar un retrato de él. No era muy especialista en el dibujo, pero cuando lo intentaba le salía de maravilla. Los trazos eran gruesos, pintaba por encima de las líneas capas y capas de pintura. Cuando su obra de arte estaba por terminarse, se escuchó un sonido en la puerta de su casa. Cuando fue a abrirla, se encontró con João.

—<Qué conveniente> pensó Martín sudando a mares. Aquel dibujo le daba vergüenza, y lo tenía en un gran lienzo en medio del living. Por lo tanto, no podía dejar pasar al brasileño a su casa. Sin importar lo que dijera o intentara hacer, Martín debía mantenerlo en la puerta de su casa, sin dejarlo pasar adentro para que no viera su retrato. Como había dicho: no era un especialista, por lo que se sentía avergonzado de su dibujo. Así que, en el momento que João intentó entrar, a Martín casi le agarra un paro cardíaco. Tocó el pecho del brasileño y lo tiró hacia atrás con bruteza, sin ninguna clase de cuidado. João quedó atónito, incapaz de comprender qué ocurría. Martín nunca era así de brusco con él ¿Qué le había ocurrido de repente? Pensó.

—¿Qué pasa?—João pregunta en español, mirando al latino de pies a cabeza. Parecía muy nervioso, su cuerpo sudaba y casi temblaba. João podía jurar que el aire era tenso, y eso le preocupó ¿Acaso había ocurrido algo? No podía dejar las cosas así. Puso su pie entre la puerta del argentino y lo obligó a abrirla más, pasó hacia adelante y acabó entrando. Martín entró en pánico y trató de fingir una sonrisa muy nerviosa mientras trataba de alejarlo del living, pero fue en vano. A los pocos segundos de haber ingresado a la casa, él brasileño vio el dibujo.—Martín...—Mencionó su nombre con sorpresa, mirando el lienzo de múltiples colores.

—....¿Sí?— inseguro, no se atrevía ni a mirarlo. Estaba tan nervioso que jugueteaba con sus dedos en un intento por calmarse. No quería ni mirarlo, sentía tanta vergüenza que su rostro ardía como una pava caliente.

—Es....¡Precioso! ¡¿Lo hiciste pensando en mí?!— fue una pregunta con una obvia respuesta, algo tonta, pero alivió a Martín de mil formas. Jamás pensó que al brasileño le gustaría su obra de arte. Se había esforzado mucho en hacerla, pero no se tenía Fé. Pensar que le había gustado realmente lo aliviaba, más cuando vio a João tan feliz cargando con la pintura, casi teniendo intenciones de robarle por su admiración.—¡Es tan hermoso! ¡Soy tan hermoso!—se halagó a sí mismo observando cada detalle del lienzo. Se sentía también halagado por ser dibujado, como una musa del arte llamativo de Van Gogh.

—Me alegra que te haya gustado...

Mi Amor Argentino (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora