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-¿Así que te comiste una denuncia?- Martín le preguntó a Waldemar. Ya el policía había llevado y traigo al paraguayo del hospital. Pasaron como... Cinco horas hasta que volvió.

-Sí, acoso sexual e intentó de hurto.- declaró firme el cabeza de tereré sin dar muchos detalles.

-¿Qué?-Martín lo miró atónito.

-Pasaron cosas... Muchas cosas.- Waldemar miró a un punto fijo en la pared, recordando los recuerdos de Vietnam

-Bueeeno... ¿Tomamo' mate?

-Gus, vas tomando tres termos completos. Te vas a re mear.

-Shh, cállate vos.- Agarró el termo y se sirvió el agua tibia, ni siquiera estaba caliente, ya se ha servido mil veces y de pedo le quedaba agua al hospital después de haberle gastado todo el agua.

-... Yo no limpio el baño si tiene colitis.- Dijo Argentina dándose vuelta en la camilla, se tapó con todas las sábanas y fingió ser un fantasma. Los demás latinos ni lo miraron, uno se quedó concentrado en el mate y otro admirando la pared.

....

Brasil, cómo era de esperarse, ya está en el hospital con una bolsa llena de comida, fue un pedido de Uruguay. La noticia de que su sol esté en el hospital casi lo hizo desmayarse, bueno, en realidad sí se desmayó, la ambulancia lo trajo gratis al hospital y le pidió a su hermano Angola que le trajera la comida. Uruguay ya le había mandado 50 mensajes por Whatsapp pidiendo medialunas.

Salió de su sala, ya habían tomado su presión y estaba excelente. Sus pasos eran rápidos, pero no estaba corriendo, quería llegar lo más temprano posible a ver al albiceleste.

Abriendo y cerrando unas cuantas puertas, por fin encontró la del argentino. Pudo ver por la pequeña ventanita al trío de latinos haciendo una de sus típicas escenas. Uruguay estaba apoyado contra un rincón de la pared, ya no tenía mate, la enfermera (otra que no es una sugar) le pidió que dejara de malgastar el agua. Su mirada de aburrimiento lo decía todo, el uruguayo se quería matar allí mismo. Paraguay... Estaba tirado en el piso, por eso Brasil no podía verlo, el paraguayo trasaba líneas en el mugriento suelo. Y por último, Argentina estaba acostado, sin moverse, totalmente quieto, pero no dormido, sus ojos estaban abiertos y sus cejas bajas mostrando molestia.

Al instante que tocó el picaporte, la puerta se abrió de golpe por el país de rayas azules.

-Brasil, sos re lerdo, ¡Te llevo esperando cinco horas, hermano! ¡¿Dónde están mis medialunas?!- Uruguay encaró a Brasil a los gritos, estaba muy tensionado y necesitaba comer algo para relajarse. ¿Por qué? Ni él sabe, es como un perro encerrado en un lugar pequeño, está estresado, pero no quiere dejar solo a Argentina.

-aqui está, gordinho.- Respondió Brasil sonriente dándole una bolsa de panadería.

Uruguay lo miró atónito, sabía portugués y las palabras que usó el brasileño eran universales para él.

-¿Me dijo gordito?

-JAJSJD ¡TE DIJO GORDITO!- Paraguay estalló de la risa, aún sin levantarse del cómodo piso.

-¡Cerra el culo, traga viejas!

-Bueeeno, bueeeno ¡Bajen un cambio, loco!- Argentina se destapó y miró al recién llegado. -Ah, hola.- saludó incómodo, era medio raro estar en frente del brazuca con sábanas hasta la cabeza, y más en un día de calor.

-Olá, você está se sentindo bem? - preguntó lentamente, haciendo que el hispanohablante comprendiera por la similitud del portugués con el español.

-Ah, sí, un poco mal de la cabeza porque estos hijos de puta gritan como desquiciados, pero todo bien.- Sacó el pulgar y le dio una afirmación.

-Estou tão feliz que você está bem.- Se acercó a la camilla y le dio la mano al argentino, quien aceptó al apretón de manos sin pensarlo. - Sabes, te ves lindo hasta internado ... ¿Suena mal?- sí, ya quería cavar su tumba, sonó muy mal y no tenía ni gracia su halago.

A pesar de eso, Argentina rió por las palabras de Brasil. Inconscientemente, apretó más el agarre y agrandó su sonrisa.

João admiró la obra de arte en frente de él, la luz del hospital hacia brillar la mirada de Argentina, sus labios lucian más rosados de lo usual y su sonrisa brillaba como en un anuncio. No pudo evitarlo, se acercó un poco más, casi chocando su nariz con la del contrario.

Martín no supo que hacer, sólo se quedó esperando a que el brasileño se acercara más y más, hasta quedar a unos centímetros de conectar sus labios.

-¡CHE, PARÁ!

Antes de que una catástrofe ocurriera, Gustavo agarró a João del antebrazo y lo empujó hacia atrás.

-¡¿Qué te pasa, gato?!

-¡¿Qué te pasa, gato?!

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Mi Amor Argentino (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora