Capitulo 2

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Esa tarde, no lo pudo soportar más y la llamó al móvil. Lo tenía apagado y la irritación se apoderó de él. Luego recordó que ella le había dicho que iría directamente al apartamento, así que la llamó allí.

Pero solo recibió la respuesta del contestador automático. Antonia estaba en un pequeño callejón de una zona menos buena de la ciudad, metiendo una llave en una puerta. Una vez dentro, atravesó el estrecho recibidor y empezó a subir unas empinadas escaleras, pasando por delante de las puertas de unas oficinas que pertenecían a la clase de hombres de negocios a los que Harry miraba por encima del hombro. Algunos de ellos la conocían y otros no. La mayoría la miró con curiosidad, sonrieron educadamente y la dejaron en paz. A ella le gustaba así, ya que ese lugar era su secreto. Una parte de su vida que Harry no controlaba.

En el piso superior, se dirigió a la única puerta que había y la abrió. Entró y cerró de nuevo la puerta, se volvió, miró a su alrededor y sonrió.

Entrar por la puerta del apartamento de Milán era siempre un placer. Lo primero que hizo Antonia una vez dentro, fue mirar a su alrededor, tan diferente era de lo que acababa de dejar.

La casa de Harry era la idea del paraíso de un diseñador experto y ningún detalle había sido pasado por alto para conseguir un ambiente armonioso. El salón era grande y con mucha luz y las habitaciones estaban amuebladas con una mezcla de muebles clásicos y nuevos.

Como sus ancestros, famosos coleccionistas de arte, Harry había heredado su buen gusto en el tema. Pero no tenía tiempo para admirar todo aquello, se le estaba haciendo tarde y lo sabía. De alguna forma, el tiempo se le había pasado volando y se daba cuenta de que tenía poco antes de que Harry llegara a la casa. Se dijo a sí misma que por qué no podía vivir peligrosamente y se dirigió al dormitorio con la intención de hacer que pareciera que llevaba mucho tiempo allí, preparándose para la velada cuando él llegara.

Pero resultó que Harry no apareció hasta que ella ya estaba lista, y empezó a preguntarse qué le habría pasado. Entonces se abrió de repente la puerta del dormitorio y él entró.

-Llegas tarde le dijo ella. -He tenido cosas que hacer -respondió él sin mirarla siquiera. Antonia frunció el ceño y lo vio quitarse la chaqueta de una manera que indicaba claramente su mal humor.

- ¿Un mal día? -Un mal todo. - ¿Lo suficiente como para no dedicarme una sonrisa o un beso de bienvenida? Harry flexionó los anchos hombros como si tratara de quitarse de encima lo que fuera que lo estaba molestando. Mientras lo veía hacerlo, Antonia sintió cómo el placer le calentaba las entrañas y se habría acercado a él para ayudarlo a relajar esos tensos músculos si Harry no hubiera suspirado y la hubiera mirado.

La expresión de su rostro la dejó helada, la mirada reflejaba una Ira apenas contenida - ¿Qué te pasa? -preguntó ella. -Nada. Dame diez minutos para volver a ser humano y empezaremos de nuevo con esta conversación, ¿de acuerdo? -Me parece bien. No veía a menudo el lado oscuro de Harry, pero en esas pocas ocasiones había aprendido rápidamente a esperar hasta que se hubiera calmado. Aun así, no podía menos que preguntarse qué le habría pasado para ponerlo de ese humor.

¿Una mala reunión? ¿Una fortuna perdida en la Bolsa? Mientras esperaba a que él saliera del cuarto de baño, se dirigió al salón y le preparó su I whisky favorito. Cuando se reunió con ella, Antonia pensó que los diez minutos no habían sido suficientes.

-Toma, prueba esto -le dijo-. Puede que te ayude -No hay tiempo -respondió él. Y, de todas formas, voy a conducir. Luego se acercó a un espejo y empezó a hacerse el nudo de la corbata. Antonia entonces empezó a sospechar que su mal humor no tenía nada que ver con los negocios, sino con ella. -Muy bien. Dime lo que es. ¿Qué se supone que he hecho para que te enfades así? ¿Quién ha dicho que hayas hecho algo? Si I estás lista, deberíamos salir ya.

Amante o Esposa |H.S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora