Capitulo 9

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A solas de nuevo, Antonia se sentó, se tomó el café y una tostada y así se preparó para una reunión que llegaría veinticinco años más tarde. ANTON llevaba un traje negro, camisa blanca y corbata oscura. La primera impresión de Antonia era que se trataba de un hombre seco. En la única foto que tenía de él, sacada de un periódico, no lo parecía, pero también había sido sacada hacía veinte años. En ella parecía joven y lleno de vitalidad, como Harry.

Pero en veinte años tal vez el cinismo con la vida pudiera cambiar también la imagen de Harry y transformarse en la de ese hombre, aunque esperaba que no fuera así.

-Buenos días, signor -dijo ella dándole la bienvenida en un frío inglés-. Tengo entendido que deseaba verme.

Él no le devolvió el saludo. De hecho, no hizo nada más que entornar los párpados y mirarla como si fuera un raro espécimen. Los nervios de ella empezaron a tensarse. Ese hombre tenía un rostro como grabado en hierro y unos labios que, al parecer, habían olvidado cómo sonreía.

Ya predispuesta a que ese hombre no le gustará nada, lo que estaba viendo no mejoraba su disposición hacia él.

-Usted es la hija de Anastasia -dijo él por fin.

-Sí. ¿Es por mi madre por lo que me quiere ver?

Él se agitó un poco y eso la hizo darse cuenta de que se sentía incómoda estando allí.

-Sí. Y no. Por su respuesta doy por hecho que sabe de mí.

- ¿De su relación con mi madre? Sí. Antón asintió.

- ¿Fue tal vez desafortunado que nos conociéramos como lo hicimos anoche?

¿Desafortunado?

-Creo que lo sorprendí. Y lo siento.

-Hasta que la vi, creía que el sujeto de las pinturas de Stefan Kranst era su madre. Pero entonces no sabía que usted existiera.

Por primera vez, alguien había adivinado quién era la modelo de Stefan. Era irónico que ese hombre estuviera ahora cambiando de opinión y creyendo lo que todos los demás.

-Éramos extremadamente parecidas. Poca gente se da cuenta de la diferencia. ¿Éramos?

-Mi madre murió hace dos años. -Le presento mis condolencias.

-Gracias

Todo aquello no podía ser más formal, pensó ella.

¿No debería estar sintiendo algo? ¿Alguna especie de lazo genético, aunque fuera pequeño? Se dio cuenta de que seguía de pie en la puerta y empezó a caminar hacia él, que puso una verdadera cara de pánico. ¿Qué se creía, que le iba a pegar?

-¡Incluso camina como ella! -exclamó Antón.

Antonia sonrió brevemente. No le estaba diciendo nada que ella no supiera ya. Se parecía a su madre y se movía como ella.

-Yo soy su padre -dijo él de repente y la dejó estupefacta-. Ya está. Todo está al descubierto ahora, así que podemos dejarnos de tanta exquisitez. ¿Qué es lo que quiere?

- ¿Perdone? -preguntó Antonia aún pasmada.

-Ya me ha oído. Quiero saber su precio. Antonia no se podía creer lo que estaba oyendo.

-Pero usted ha venido a verme. Yo no...

-A esto se le llama adelantarme a sus intenciones. Pensé que sería solo cuestión de tiempo antes de que viniera a buscarme. Y ahora lo único que quiero saber es cuánto me va a costar su silencio.

¿Su silencio? Antonia lo miró incrédula. ¿Ese hombre había ido a verla cara a cara porque creía que iba a empezar a extorsionar?

-Pero yo no quiero...

Amante o Esposa |H.S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora