La cama estaba deshecha y, entre las sábanas, Harry Styles podía ver una pierna larga y dorada, doblada por la rodilla, y la suave curva de una cadera y un muslo. El resto estaba cubierto por las sábanas, excepto un esbelto brazo y el cabello rubio que enmarca un perfil que, en la antigüedad, habría provocado guerras.
Solo que el nombre de esa mujer no era Helena, sino Antonia y, a pesar de que su belleza podría haber provocado guerras metafóricas en su tiempo, no había duda de a quién pertenecía ahora.
Se apoyó en la barandilla del balcón y sonrió mientras se llevaba a los labios la taza de café.
Todavía era muy pronto, pero el sol ya le calentaba la espalda desnuda. Había salido a la terraza directamente de la ducha y llevaba las caderas envueltas en una toalla, lo que era la única concesión la modestia allí, en su villa de verano en las colinas sobre Portofino, donde los únicos ojos que lo podían ver pertenecían a las gaviotas; que aprovechaban las tempraneras corrientes de aire. Ya Antonia, por supuesto, si se despertaba. Pero al contrario que él, ella no tenía que estar de vuelta en Milán a las nueve de la mañana, así que no tenía ninguna razón para levantarse tan temprano. A no ser que... Si se despertara ahora, le resultaría lo más sencillo del mundo quitarse la toalla y reunirse de nuevo con ella en la cama.
Pero todavía no, se lo dijo Harry a sí mismo mientras le daba otro sorbo a su café.
En el año que llevaban juntos nunca había visto a Antonia de otra manera que no fuera hermosa. Vestida o desnuda, exudaba una belleza que sobrepasaba la de cualquier otra mujer que hubiera conocido en su vida. Estaba orgulloso de ser su amante, de que solo él pudiera poner las manos sobre su anatomía. Orgulloso de que ella sólo tuviera ojos para él.
¿Pero la amaba?
No, admitió pesadamente. No la amaba. Amaba su aspecto y cómo lo hacía sentirse. Y él daría la vida con gusto si con eso salvará la de ella. Pero el amor verdadero tenía que ser algo más profundo que todo eso. Tenía que amar lo que era ella, y no era así.
Suspiró profundamente. Una nube tapó el sol y, de repente, el café le supo amargo. Se volvió para mirar las azules aguas del Mediterráneo a lo lejos y deseó saber qué iba a hacer con ella.
Dejarla marchar estaba fuera de toda opción. Pero dejarla quedarse significaba problemas en más de una manera. Ahí fuera, más allá de las colinas y valles que embellecen Italia, los problemas se estaban formando. Y venían en forma de una madre autocrática y un padre con un urgente deseo de ver a su hijo casado y con la cabeza sentada antes de que él muriera.
Casarse con Antonia aun sin amarla de verdad sería lo más fácil del mundo para él. Era joven, hermosa y lo amaba completamente. ¿Pero qué padre soportaría que su único hijo y heredero de I la gran fortuna de los Styles se casara con una mujer como Antonia? ~
Una mujer con la clase de pasado que estaba destinada a perseguirla para siempre, una mujer cuyo pasado se reflejaba en él y en el buen nombre de su familia, una mujer que sería la amante perfecta, pero que nunca podría ser la esposa perfecta para él. Suspiró de nuevo y, tal vez Antonia lo oyó, ya que se agitó en la cama. Harry tomó de nuevo su taza y se volvió hacia ella, que se había puesto de espaldas y, sin abrir los ojos, extendía un brazo buscando en el lugar donde había estado él en la cama. Era un gesto tan familiar que se le erizó el vello del pecho como si ella se lo hubiera tocado de verdad. Esa sensación la hizo sonreír de nuevo, porque le agradaba ver que la primera cosa en la que ella pensaba siempre cuando se despertaba era en él. Cuando Antonia no encontró su cuerpo su siguiente movimiento fue abrir sus encantadores ojos y luego sentarse y empezar a buscarlo. Lo encontró casi inmediatamente y sonrió encantada.
ESTÁS LEYENDO
Amante o Esposa |H.S|
FanfictionHarry Styles creía tenerlo todo: éxito, dinero y a Antonia, la hermosa mujer con la que llevaba un año compartiendo cama. Entonces el padre de Harry cayó enfermó y él se vio obligado a casarse para que la fortuna de la familia Styles tuviera un nuev...