Capitulo 5

111 2 0
                                    

La alarma se apoderó de él y recorrió la habitación con la mirada por si estaba sentada en algún sillón o en la ventana.

Pero ella no estaba allí.

La alarma estaba a punto de provocarle un ataque al corazón. No podía haberse vestido y haberse marchado mientras él estaba ahogando sus penas en whisky, ¿verdad? No, no podía ser. Era posible que él se hubiera comportado como un verdadero cerdo, pero Antonia nunca se marcharía, así como así. Pero también andaba Krans por ahí. Las piernas le fallaban y se dijo a sí mismo que era el whisky.

Pero la iba a matar cuando la encontrara por darle semejante susto. Luego la buscó infructuosamente por todo el apartamento hasta que llegó a la puerta cerrada con cerrojo de uno de los dormitorios de invitados. El alivio se apoderó de él, seguido por la furia provocada por la actitud de ella. Olvidándose de la suya, se puso a golpear la puerta.

- ¡Si no abres la puerta, la voy a echar abajo! -gritó y siguió golpeándola hasta que se abrió la puerta. - ¡Nunca me dejes fuera de una habitación de mi propia casa!

- ¡No tengo nada que decirte! - respondió ella fríamente.

El anterior deseo de él de pedirle perdón se esfumó y fue reemplazado por el de recordarle quién era el jefe allí. Ella estaba a punto de meterse de nuevo en la cama cuando Harry la alcanzó y la levantó del suelo. Antonia gritó e intentó soltarse, pero no sirvió de nada. Sin decir ni una palabra, él la sacó de esa habitación y la llevó a su propio dormitorio.

- ¡Eres salvaje! -gritó ella. Entonces él se detuvo y la besó, tan cálida y fuertemente que la dejó sin respiración.

- ¿Es esto suficientemente primitivo? -le preguntó él sin sentirse nada insultado por lo que le había llamado. Harry cerró la puerta con el pie y luego la dejó a ella sobre la cama, tumbándose también él a continuación.

- ¡Apártate de mí! Solo eres un animal. y sabes a whisky!

-Y tú sabes a champán ya mujer, a mi mujer -respondió él disfrutando del papel de salvaje que le permitía ese raro lujo de dominarla por completo. Los senos de ella se apretaron contra su pecho y sus deliciosas caderas se agitaron bajo la presión de las de él.

Antonia notó cómo la pasión lo invadía y se defendió a golpes.

-Stefan tenía razón sobre ti. Eres un...

Entre los golpes, él la hizo callar con la boca. no iban a hablar de Kranst en su cama! La siguió besando hasta que ella dejó de golpearlo y empezó a acariciarle ansiosamente los hombros. Hicieron el amor como si el futuro no existiera, porque seguía habiendo el fuego de la ira ardiendo detrás de la pasión, así que Harry llevó a Antonia al borde del éxtasis más de una vez antes de retirarse de nuevo sin piedad.

-Odio cuando me haces esto -gimió ella, frustrada.

-Lo odiarías más si no lo hiciera. Ella rompió en sollozos porque sabía que tenía razón. Ese sonido le provocó cosas a él que ninguna mujer podría entender y se hundió en ella con la fuerza de la posesión absoluta.

-Me perteneces. Recuerda eso la próxima vez que te apetezca estar con otro hombre.

Si se hubiera esperado que ella respondiera, no fue eso lo que sucedió. De repente ella se giró y Harry se encontró con que era él quien estaba debajo y ella arriba. Durante los siguientes momentos experimentó lo que era ser seducido por una mujer empeñada en hacer que se avergonzara de sí mismo. Pero no sucedió.

Él no era la víctima fácil de nadie. Pero Antonia, puesta de esa manera, era irresistible. Había nacido para darle placer a un hombre. Lo besó y acarició llevándolo hasta el paraíso y cuando el cuerpo de él empezó a tensarse, ella le dio aprobar su propia medicina al apartarse y levantarse sobre él. Con los pies plantados a cada lado del cuerpo de él y los brazos en jarras, le preguntó:

Amante o Esposa |H.S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora