HISTORIAS EN EL MAR MÁRMARA ®

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—No puede ser él, Martine. Es imposible.

Mi amiga me escudriña con la mirada.

—Si era él, ya sabes lo que significa, cielo. —su tono de voz adulterado por el alcohol me hace cierta gracia.

Salgo del baño después de haberme refrescado la cara.

Ando por el lugar, el alcohol que fluye por mis venas no me deja razonar bien.

<<Si es que no puedes beber, Bella. ¿Te has subido a cantar así? Oh Dios, sí lo has hecho... Ya veo los titulares; la conocida Bella Jones, borracha y cantando en un bar de mala muerte. Increíble...>>

Me echo el cabello pelirrojo hacia atrás pero eso no impide el choque contra un cuerpo corpulento, el cual, me derriba.

—¡Perdón, de verdad, perdón!

Una voz masculina se pasea por mi cerebro y sale por la salida más cercana. Siento una mano que agarra firmemente mi muñeca y me alza, llevándome hasta su pecho.

—Oh, Dios mío.

Me separo del hombre y lo miro a la cara. Casi vomito de los nervios al ver quién es. <<Es él.>>

—E...eh...

—No puede ser cierto. —jadea no sé si de fascinación o sorpresa.

Es el mercader. El hombre con el que choque aquel día en el Bazar de Las Especias de la ciudad. Es él.

—¿E-eres tú?

—¿Quién soy yo? —no logro controlar lo que digo, pues el alcohol en mi organismo no me deja pensar con claridad.

El hombre me escudriña con sus ojos del color de la apofilita, esos ojos que reconocería en cualquier parte.

—Eres tú.

—¿Qué dices?

Me ha reconocido. Seguro que también me ha visto cantar, no puede ser...

—Eres la mujer que desde que me choque con ella en el Bazar de Las Especias, ya no sale de mi cabeza.

Trago saliva tratando de hablar.

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