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Pensamientos Silenciosos...

"En las noches que estés luchando solo, tira tus manos al cielo y acércalas a las estrellas"



Estúpido, Aegon cree que es estúpido.

Se pregunta que trae de bueno celebrar el día del nombre, el nunca en su vida se ha sentido agradecido por haber nacido. Entonces se pregunta otra vez, ¿Por qué la gente sigue celebrando sus vidas aunque sean tontas y feas?, está realmente impresionado.

"¿No los hace querer morirse?" - piensa en voz alta.

Si uno muere, entonces puede curarse de cualquiera de sus males.

Este año desea cuatro veces más de ese amor u odio, por lo general la gente en esos días obtiene algo consumible o basura, incluso si no lo celebra no puede evitarlo. Él solo es un simple humano, que no piensa en nada sobre el día en el que nació.

Le parece divertido de alguna forma. Se ha reído solo.

Han pasado siete días, siete largos días desde la ultima vez que escuchó llorar a su hijo.

La ansiedad está consumiéndolo a pasos agigantados, pero trata de mantenerse tranquilo y cuerdo, trata de no presentar algún comportamiento sospechoso o de lo contrario, la sentencia sería mucho más larga, y ya no lo soportaría.

A los tres días cuando le ha visitado su abuelo, y ha acudido con él para pedirle que retiraran el edicto, no pudo creer que el hombre le hubiese dicho que no, y que todo lo que estaban haciendo era por su bien, y el del cachorro. Aegon no aceptó de ninguna forma la respuesta. Le ha gritado, incluso lo ha golpeado, ese día, Ser Criston los ha tenido que separar, aunque no había la necesidad, Aegon todavía estaba débil y adolorido por el parto, y aun con ello el hombre de capa blanca lo dejó sin aire al golpear su vientre.

Las mentiras sobre su comportamiento irracional corrieron por el palacio.

Inicialmente iban a ser solo cuatro días, permitiéndole descansar, recuperarse y luego todo iría bien, junto con la corriente. Todo debía haber ido bien.

Luego supo que tenía que esperar una luna entera para volver a verlo, no lo entiende, ha tratado y tratado, lo ha intentado tanto que su cabeza duele terriblemente, y no sabe porque Otto ha hecho aquello, porque sabe que ha mentido a todos sobre su salud. Nadie le ha dicho nada, y nadie quiere decirle nada, no puede salir de la habitación de Jacaerys, no puede hablar con nadie. Está en completo aislamiento.

Lo han aislado a la fuerza.

El estrés lo ha hecho perder peso, y mientras más intenta mantenerse sereno, las criadas lo interpretan como algo extraño, como si estuviese volviéndose loco, ya lo han comparado con su madre; la Reina Loca, y ya no sabe como es que debería actuar. Solo quiere descansar, cerrar los ojos y desear que la pesadilla acabe.

Los días le parecen eternos, y no quiere mantenerse despierto, para el vigésimo día, sospecha que ya ha empezado a alucinar. Porque creyó haber escuchado un llanto y por su puesto lo buscó por todos lados, movió almohadas, desordenó la cama, movió los muebles que no fuesen demasiado pesado, y el comportamiento alertó a la servidumbre, aun con todo su esfuerzo, no pudo encontrar nada. Tuvo que cubrirse los oídos y obligarse a dormir de nuevo. Si dormía no escucharía nada, si dormía el tiempo pasaría más rápido. Si dormía, ya nada más dolía.

Albie Bamves - (Lucemond- Jacegon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora