"Fenómeno extraño"
"Las preocupaciones de hoy, son suficientes por hoy, quédate aquí"
Helaena intentó de muchas maneras; escaparse de su madre, ella no quería de ninguna forma irse a Dorne, trató de herirse gravemente, y lograr ganar algo más de tiempo para pensar en cualquier otra cosa, pero fue asistida antes de que la herida en fuese demasiado relevante, y perdiera más sangre. La privaron de su derecho a opinar y elegir, pero todavía alcanzó a escribir diferentes cartas, todas ellas las escondió en la habitación de Lucerys, cada una; destinada a una persona diferente, siendo la más larga de ellas para Aegon. Solo espera que el día que su sobrino las encuentre no sea demasiado tarde.
Sus sueños sobrepasaban los limites entre lo extraño y lo bizarro, y cada vez eran más breves, siendo demasiados confusos, su Don estaba comenzando a desaparecer, pero lo poco que había visto, era aterrador, no soportaba las ideas de ambición de su madre, ella ya sabía que ninguna de ellas se cumpliría, pero lo que más le inquietaba era las veces que quería escribir lo que aparecía en sus sueños, pero siempre que tomaba la pluma y el papel, su mano parecía olvidar como escribir, como sujetar una pluma, incluso las veces que se forzó a escribir, su mano se contorsiono dolorosamente, pero si trataba de escribir cualquier otra cosa, fluía sin problemas... Por esa razón tenía siempre que buscar alternativas y diferentes palabras aunque sonasen fuera de lugar, pero las personas aún así dudaban de su salud mental.
Helaena también sabía que Rhaena todavía seguía con vida, y también sabía, que no tenía ninguna forma de ayudarla, o salvarla. Su dragón había sido encerrado, y a su lado, siempre iba un soldado dorniense para vigilarla. Además de convivir forzosamente con los príncipes de la familia Martell, no era como si le molestara, pero le hacía añorar los días junto a sus amados hermanos, y su humor se volvió bastante tosco hacia ellos, su amabilidad se enfrió por completo, sobretodo con su madre. Cada día, el odio se comía un trozo más de su corazón.
Deseaba con todas sus fuerzas, regresar el tiempo, cuando su padre estaba vivo, y todos de alguna forma aparentaban soportarse, fuese cual fuese la situación. En esos momentos, los únicos que consideró a todos como una gran familia, esa familia que se quedó atrás, en las tierras de la corona, en la Fortaleza Roja.
Y cada noche se quedaba hasta muy tarde en su cama despierta, contando los días, nerviosa, por lo que acecha sus sueños, esta vez, ha visto algo diferente, con alguien diferente, y lo ha comprendido cuando ha tocado las manos de uno de los príncipes de Dorne; él mayor de los cuatro hijos, le ha hecho una señal con su dedo índice, pidiéndole silencio, irónicamente.
La princesa nunca ha sido una tonta, ni mucho menos mentalmente incapaz, ha leído tantas cosas, y ha nutrido tanto su cerebro como un buen comedor de libros, como un buen maestre. Ella sabe que son los Hombres sin Rostro, y sabe que dentro de la familia que se alió a su madre, hay un impostor.
Una noche se lo encontró en los pasillos laterales al palacio, aquellos que conducen al manantial dentro del patio. Las noches en Dorne siempre son cálidas y frescas, pero esa única vez, le pareció sentir frio, ante la presencia de alguien más.
Accedió ir con el, porque tenía la necesidad de saber sobre el estado de salud de Rhaena.
El lugar donde Rhaena permanecía cautiva, no era demasiado lejano, y al subir las escaleras de la residencia, no le pareció un lugar incomodo, todo lo contrario a sus sueños, que solo querían atemorizar, solo era una casa cómoda, con algunas excentricidades como decoración, tan bizarras que erizaban la piel de Helaena, apartó la vista de los alrededores en cuestión, y siguió las baldosas del suelo. La voz que le hablaba había dejado de ser la gentil del príncipe Martell, parecía más vieja, no sabía con exactitud que tanto, también tenia un acento extraño original, que tampoco podía describir, como si recitara alguna clase de hechizo, bastante ululante.
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Albie Bamves - (Lucemond- Jacegon)
FantasyLos relatos de dos matrimonios forzados. ¿Quién de los dos acabará enamorándose primero?, ¿será eso amor o una trastornada obsesión forjada por el deber que recae sobre sus hombros? Estas personas que estaban destinadas a estar juntas, pero por capr...