Prologo

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Érase una vez... en una tierra muy, muy lejana, en el corazón de Francia, había una princesa de ojos verdes aceitunados, cabellos de oro obscuro ligeramente ondulados en las puntas, tez pálida, nariz de botón y pecosa, mejillas rosadas, y labios carnosos y rosados. Su nombre era Liselotte Henriette, era hija de los gobernantes del corazón de Francia, hija de el famoso cuento de La Bella y la Bestia. Poseía una hermosa y dulce voz la cual le gustaba acompañar con una canción en el piano. La princesa tenía un don especial otorgado por la hechicera que castigó a su padre. El dom era desconocido.

A la princesa no le gustaba que le dijeran por sus dos nombres, pedia que le dijeran por su primer nombre, Liselotte. Aunque sus familiares le decían Little Lottie. A la princesa no le gustaba salir del palacio, no desde la rebelión que hubo del pueblo, la dejó aterrada y no se acerca a personas que no residan en la corte. Aunque la princesa no era muy social no le impedía hacer lo que amaba, le encantaba jugar polo, retar a las personas en esgrima, y pelear con su daga, la cual siempre llevaba atada con una liga a sus muslo, la llevaba para defensa propia.

Es un día normal en el castillo, faltaban cinco minutos para la cena. Liselotte estaba en su habitación leyendo, hasta que alguien llamó a la puerta.

-Princesa Liselotte? Sus padres la esperan a cenar en el comedor. - Dijo la Señora Potts desde fuera de la habitación.
No hubo respuesta alguna.
-Princesa?- Volvió a llamar a la puerta, sacando a Liselotte de su lectura, esta vez la rubia dejó el libro en la cama se levantó y abrió la puerta.
- Señora Potts, una disculpa por eso, pero ya bajo al comedor.- La Señora Potts asintió y se retiró. Liselotte cerró la puerta y se cambió su vestido para poder ir decente a cenar, salió de su habitación y se dirigió al comedor.
Al llegar al comedor vio que la corte estaba cenando junta, se quedó quieta, nadie le dijo que iba a cenar toda la corte junta. No estaba mentalmente preparada para entablar conversaciones con otras personas. La voz de su padre la sacó del transe.- Liselotte, todo bien?- Dijo su padre con una sonrisa, Liselotte le devolvió la sonrisa a su padre- Si, todo bien padre.- Dijo mientras se reverenciaba ante sus padres. Ella no esperaba que fuera a haber otras personas que no fuera su familia, se fue a sentar. Su padre en la cabecera del comedor, su madre del lado derecho de su padre y ella sentada en el lado izquierdo de su padre con su madre frente de ella.
La cena siguió con normalidad hasta que su madre, la reina habló-Little Lottie, tienes correo, y por lo que veo es bastante importante- Dijo con una voz dulce. La de ojos aceitunados vio a los reyes con confusión
-Yo nunca recibo correo... y no hablo con Beatrix o Reena desde hace años...-Dijo pensativa - No creo que sea importante madre.
Su madre tomó la carta y la abrió, se la entregó a Liselotte y le dijo que por favor la leyera.
Era una carta de el director de La Escuela del Bien y el Mal. Había sido elegida para asistir los próximos años y poder graduarse a un cuento de hadas. A Liselotte no le gustaba para nada la idea de dejar el castillo.
-Que dices Lottie? Es una gran oportunidad!- Dijo entusiasmada Bella.
-Madre, no soy buena socializando, y no me gusta salir, por favor no insistas- Dijo en un tono algo grosero. El Rey frunció el ceño al notar semejante tono.
-Este tema no está a discusión Liselotte, vas a ir, te guste o no.-Dijo su padre firme
-Pero su majestad, esto no es lo que quiero!- Dijo Liselotte alzando la voz
-Sin peros Liselotte Henriette.-Dijo su padre levantándose.- Empaca tus cosas, te irás mañana a primera hora. Es una orden.- Liselotte no se quedó callada y contestó- El Metro Floral vendrá por mi en dos días, no hay necesidad de mandarme mañana a primera hora su Majestad.- Dijo confiada y con una sonrisa en el rostro la cual desvaneció por las duras palabras de su padre- Ya avise que irás mañana a primera hora y que te quedarás un día antes de la llegada de todos para acostumbrarte a tu nueva vida. La decisión está hecha retírate y empaca tus cosas.- Dijo el Rey. Liselotte solo se fue a empacar, estaba realmente enojada. Empaco todo no dejo nada, mando a preparar a su caballo para que sea transportado junto con ella a la escuela. Lo único que le quedaba era esperar al amanecer.

Era un nuevo día. Se cambió a un hermoso vestido morado con bordados de oro, se hizo de peinado una simple media cola de caballo. Tomó sus documentos que necesitaría para en trasporte y llegó al lugar donde la recogerían, su equipaje y damas de compañía estaban detrás de ella. Saliendo de la nada una especie de carroza se acercó, el carruaje no estaba siendo tirado por nada, solo había una persona sosteniendo algo en las manos, parecía que eso controlaba la carroza. El conductor se bajo y pregunto por los documentos del Metro Floral para autentificarlos, subió el equipaje, conectó el trasporte de el caballo, y Liselotte se subió al carruaje. -Esto definitivamente no es el Metro Floral- pensó Liselotte.
El carruaje avanzó, ya no había vuelta atrás, entraron en una especie de bortex, el cielo se tornó de un color sangre, era una tormenta muy fuerte, la princesa estaba algo asustada, pero todo se tornó a un bello azul cielo. A lo lejos se veían dos castillos, tenían palabras talladas en cada torre, uno hermoso y sombrío, mientras el otro era elegante con oro y cristal por todos lados, era el castillo de cristal mas hermoso que la princesa ha visto. La carroza tomó rumbo hacia el castillo de cristal, y aterrizó en un hermoso jardín y rodeada de una campo de flores.

Érase una vez...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora