Un día en la vida del joven Oscar García amaneció acostado en una dura y gran roca que sobresalía en alta mar, fué despertado por nada más que el sonido del viento y apenas que los rayos del sol entraron en sus ojos se dió cuenta de que algo no estaba bien, "¿que hago aquí?" es lo que cualquiera se preguntaría en un momento así pero este no fue el caso de Oscar, cuando se levantó y observó el entorno no vió nada de lo que conformaba su anterior mundo excepto por un papel el cual fue rápidamente llevado por el viento, sin paredes, sin ropa, sin el ruido de siempre, había llegado solo, completamente despojado de su ser.
<<Es una linda vista>>. Dijo Oscar mirando hacia el horizonte dónde el cielo y el mar parecían ser uno, luego de eso se acercó a la arena que cubría la roca y comenzó a hacer formas, dibujando en la arena lo que sus ojos alcanzaban a ver y en el fondo un rostro... Pasó un tiempo sin decir nada más. El mar se aseguró de darle lo necesario para sobrevivir, comida y agua eran traídas por las olas y así pasaron días en los que se repetía el mismo ciclo, el ciclo de existir.
En el canto de las olas se escuchó una voz; "eres callado" lo que captó la atención del joven quien al estar seguro de su soledad pensó estar alucinando, pensar que la soledad ya estaba comenzando a empujarlo hacia aquel vacío donde no existe la cordura. Una ilusión que fue cortada al volver a escuchar la voz cuál entre risas que retumbaban en los oídos clamaban su nombre, atormentado y confuso Oscar perdió noción alguna del tiempo, atrapado en si mismo escuchó mas y más a la voz, sus preguntas iban tocando en escala la privacidad de su alma: <<"¿De dónde vienes?", "Cuando es tu cumpleaños?", "¿Que haces aquí?", "¿Tienes alguien que te extrañe?", "¿Estás solo?", "¿Quien eres?"...>> Un joven que se rehusaba a abrir las puertas de su alma no podía apaciguar las voces de su cabeza más aún así aprendió a convivir con ellas, haciendo oídos sordos a preguntas amistosas ¿Es que acaso la voz solo quería a alguien con quién hablar o fue Oscar quien quería en el fondo de su corazón que alguien le hablará?.
El eterno monólogo se intensificó cuando en una temporada el cielo y el mar no le trajo nada al joven, fueron semanas de lluvia en las que la ausencia de comida se hacía notar, los dibujos en la arena eran borrados por el agua que caía como torrente y una vez la lluvia cesaba volvían a ser dibujados por la mano escuálida del joven y así una y otra vez entrando en una rutina que no parecía terminar.
Estando a la deriva tanto mental como físicamente solo encontraba un poco de paz haciendo siempre el mismo dibujo, el horizonte y un rostro —¿Quien es?— preguntó la voz por la tierna cara dibujada en la arena logrando tocar así en lo más profundo de Oscar, el dejo salir una lágrima trás otra y cruzando palabras por primera vez con la voz que era dueña de sus pesares, con una voz que se caía a pedazos: "ya no lo sé..." El cielo se nubló y de el cayó la furia del cielo llamando el nombre del joven y el en su angustia ya no quería escuchar nada más, pensó en acabar con todo dolor, si fue la soledad la que sembró el dolor y el olvido en su ser o si su dolor venía de mucho antes de aparecer en este plano, eso solo el lo sabía. El hombre se paró y se dirigió al punto más alto de la roca en medio del mar, entre la tormenta pensó en volverse uno con el océano pero antes de que pudiera dar un paso hacia adelante vió su reflejo en las aguas turbulentas, impresionado cayó de rodillas pues en su reflejo vió un rostro demacrado, lleno de arrugas, con un poco de cabello grisáceo, el rostro de un anciano.
—¡¿Cuánto tiempo llevo aquí?!, ¿Cuando dejé de comer?, !¿Que se supone que hago aquí!?, ¡Se que puedas oírme maldita voz! Solo quiero hablar con alguien.
Fue un río de lágrimas que se perdían entre los charcos que dejaba la lluvia y el estruendo que atentaba contra los oídos de un viejo y miserable Oscar quien mientras más suplicaba el silencio más rugían las olas y nubes tormentosas explotaban con profunda cólera provocando caos. Oscar comprendió que no estaba solo, el estaba escuchando la voz del mar.
Dejando su soledad atrás el viejo pudo derrumbar aquellos muros que mantenían presa su alma y bajo aquella lluvia habló con el mar, el mar lo escuchó y el viejo escuchó el mar.
—¿Que estoy haciendo aquí? Es la pregunta que todos se harían al aparecer en esta roca pero yo no lo hice, en su lugar contemplé el paisaje y lo dibujé, quizás también me gustaba hacer eso en mi otra vida, sabes mar... Se que mi final está cerca pero antes de llegar a la meta me gustaría ver mi dibujo como lo hice la primera vez—. El mar atendió a los deseos del viejo y le mostró su tan preciado dibujo, a cambio le hizo una pregunta muy simple: "¿Quien es el rostro del dibujo?".
—Yo también quisiera saberlo, tal vez es como me veía cuando llegue aquí— respondió Oscar con palabras serenas.
—Estoy seguro de que no es así, es cierto que cuando llegaste no actuaste cómo lo haría cualquier otro, estuviste viendo a lo lejos pero no fue el horizonte lo que viste, el fin del cielo y el mar no te pudo importar menos, lo que viste fue este papel— dijo el mar quien siempre estuvo observando al viejo. El papel que se fue y regresó a las manos de Oscar parecía ser una foto maltratada en la que se podía ver una playa, al mismo Oscar y entre sus brazos a un joven, soltando una última lágrima Oscar recordó su vida pasada, todo lo malo y lo bueno, los momentos en los que estuvo solo y aquellos dónde estuvo acompañado, el dolor que sentía fue apaciguado, las olas y los cielos se calmaron y el viejo con una sonrisa le contó al mar: "este es mi hijo". Llegando al final el mar se pudo entender con Óscar y finalmente le dijo "parece un buen chico, no lo dejes solo" la roca en medio del mar comenzó a derrumbarse y los mares comenzaron a secarse, entre todo eso Oscar se dirigió a la tierra seca alejándose hacía el horizonte dónde la tierra y el cielo son uno solo y dijo: "es una linda vista".
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La Espiral Infinita
AcakTu eres una historia, yo soy una historia, todas las personas somos historias que giran en espiral, algunas sin rumbo y otras buscando a dónde ir. Ven a girar en la espiral infinita