Malas influencias

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Caminé hasta llegar a la puerta, yo la abrí y vi a Javier con un vestido bastante elegante y algo nervioso, muy nervioso. Yo lo mire bastante raro, solo me quedé callado para que dijera algo, por ejemplo, lo de mi cuarto, que me preguntara por qué está hecho mierda, pero no lo hizo, nadie dijo nada por unos segundos.

- veo que ya estas listo.

- ¿Listo para qué? – miré detrás de mí y todo había desaparecido, estaba como nueva.

- ya sabes, la fiesta de Santiago – yo sonreí falsamente.

- claro, espera me cambio y vamos para allí – Javier se río.

- pero si ya estás listo – yo miré para abajo y vi que tenía un vestido bastante elegante.

- te quería hacer una broma – yo caminé hacía adelanté.

- pues me gusto, ahora vámonos, mi mama nos va a llevar.

- ¿Quiénes van a ir? – él se quedó callado.

- si yo voy, eso significa que todo el salón va a ir, solo tú eres el único que me invita a su casa o a salir sin necesidad de invitar a todo nuestro salón, y quizás invito a más personas

- va a reventar esa casa, somos demasiados.

- sus padres no están, lo que significa que va haber alcohol, drogas y muchas personas besándose, quizás algunas subiendo un poco el nivel, así que cuidado cuando hablas una puerta, nunca se sabe lo que se encontrará – yo me reí.

- no creo que nada malo pasará.

- yo estoy seguro que sí, droga, alcohol y personas hormonales jamás acaban bien, por si acaso lleva un gas pimienta por si alguien se pasa de la raya.

- ya no tengo ganas de ir.

- ya dijiste que sí, te toca ir conmigo, lo siento – ambos salimos de mi casa y caminamos al carro de su madre.

- hola señora Lina ¿Cómo va todo? – ella sonrió.

- muy bien, gracias por preguntar ¿Ya todos estamos listos? – yo miré a Javier algo dudoso, no tenía ni idea donde iba a ir, pero tengo a Javier.

- claro que sí – dijo Javier con una sonrisa.

La madre de Javier condujo hasta llegar a la casa, Javier y yo hablamos de varias cosas, sobre todo lo que hicimos en vacaciones. Él me contó que estuvo completando un nuevo juego que acababa de salir, que se vicio hasta completarlo al cien por ciento. Yo no dije nada, porque no sabía que decir, porque si le cuento lo que he hecho, pensará que es una broma o que estoy loco, además a él le encanta hablar de él mismo. Ambos salimos del carro y nos despedimos de ella. Cuando entré, supe que era mala idea, había mucha gente y olía a alcohol. Yo estuve cerca de Javier, no quería perderme, me sentía seguro junto de él, la mayoría de las personas estaban tomada.

- Manuel, ya estás aquí – Santiago puso un brazo en mi hombro – te demoraste una hora, llegas una hora tarde.

- lo siento – dije algo nervioso – no pasa nada, al final llegaste, mira a tu alrededor, esto es una fiesta de verdad – vi mucha gente bailando y cantando, a varios chicos intentando coquetear con una chica y unas pocas personas besándose.

- claro, una fiesta de verdad – esto era obviamente una mentira.

- bueno, ven te enseño algo – él me agarró de la mano y me empezó a jalar.

- espera que no estoy solo – miré para atrás y vi como Javier desaparecía entre la gente.

- no me importa – él me jalo hasta llegar una pared con fotos y un pedazo de espejo que estaba colgado en la pared – quizás no sepas, pero mis padres hicieron una empresa muy importante de espejos, literalmente no trabajan y le pagan, por eso la casa es tan grande, somos rico y ese pedazo de espejo, fue el primer espejo que creamos, el primero de todos, mi padre lo tiene como recuerdo de todo el camino que ha logrado.

ser normalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora