Una vida mejor

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Yo me levanté rápidamente y me mareé horrible, me volví a sentar y cerré los ojos, respiré un par de veces para que el dolor de cabeza. Cuando me sentí mejor, volví a abrir los ojos, pero cuando lo hice, vi a un chico pelirrojo que se parecía a mí; yo me asusté y miré rápidamente a mi alrededor, al parecer estábamos en un campo y estábamos jugando un juego de mesa, porque al frente de nosotros había un tablero, con una ficha morada y azul.

- tú turno – yo lo miré confundido.

- ¿Qué?

- sí, te toca tirar de los dados – el señalo los dados.

- cierto, lo siento – agarré los dados.

- ¿Hoy si te tomaste tú medicina? – yo sonreí falsamente.

- claro que sí, nunca se me olvidaría.

- está bien, solo me preocupo por ti.

- no te preocupes, se me cuidar solo, gracias por preocuparte.

- no es nada – lancé los dados, saqué seis en total, agarré la ficha que creía mía y la moví – caíste en una casilla sorpresa, es hora de ver que es lo que te pasa – él agarró una carta que estaba a su lado - ¡Oh no! Un gigante ogro apareció en tu camino, tienes dos opciones, atacar o escapar.

- ¿Qué si elijo escapar? – yo me estaba poniendo nervioso, no quería levantar sospechas a ese chico.

- retrocedes el doble de lo que recorriste – yo lo miré confundido – es decir doce, porque doce es el doble de seis, si hubieras sacado diez, te tendrías que devolver veinte casillas para atrás.

- entiendo ¿Qué pasa si elijo atacar?

- hay dos opciones, si sacas diez o más, ganas y vuelves a tirar, pero si sacas menos de diez, pierdes tres turnos consecutivos.

- elijo atacar – agarré los dados.

- ¡Pablo, a comer! – él chico se giró.

- demonios, cuando se ponía bueno la cosa – él se volteó para mirarme – para la próxima vez será – él guardo el tablero – los dados por favor – yo se lo pase – gracias.

- fue un gusto jugar contigo.

- el gusto es mío, mañana seguimos y te prometo que te ganaré.

- ya veremos – el chico levantó.

- nos vemos mañana, si puedo, me conecto al computador y jugamos algo en línea.

- vale.

Él chico se fue corriendo hasta su casa, yo lo vi correr hasta que llego y entró a su casa. Miré a mi alrededor, vi que detrás de mí había una casa, seguramente la mía, yo estaba en un patio, o algo así, lo único que había era pasto, un pequeño parque, con dos columpios y un tobogán. Camine hacía la casa que estaba detrás de mí, seguramente mi casa; llegue a la puerta y la abrí, entré a la casa con algo de preocupación, si esa no era mi casa, me metería en un problema más grande del que ya estoy metido.

- ¿Cómo te fue hijo? – vi a Javier lavando los platos, un Javier bastante grande y con una voz más grave.

- bien, muy bien, me divertí.

- quien gano – un señor me despeluco, yo lo miré a los ojos y me di cuenta que era mi hermano ¡¿Pero que mierdas?! Eso me dejo desconcertado.

- nadie, nos quedamos a la mitad del juego.

- adivino que mi hermano lo llamo a comer.

- si – estaba tan confundido, mi cabeza se llenaba de preguntas.

ser normalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora