•·twelve

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Saharah no recuerda cuando fue la última vez que estuvo en un lugar como ese, justamente frente los calderos detrás del antiguo palacio de los Verdi, que extraño, eso la hizo sospechar de Mark un momento. Pocas personas conocían de la existencia de los calderos.

El pareció verlo en sus ojos por lo que le sonrió tratando de suavizar el ambiente.- Escuché sobre la existencia de este lugar en un baile, un hombre algo ebrio, no pensé que fuese verdad.

Precisamente eso diría un ebrio, chismes acerca de su madre la 'bruja', los calderos solían ser un lugar místico y de armonía que luego se devaluaron, en realidad no eran buenos recuerdos a sacar al aire como trapos al sol. Su madre siempre trataba de hacer venenos o algunos hechizos contra la emperatriz o Ariana, nunca funcionaron pero siempre había un costo muy grande a pagar...

Su madre tenía marcas de piel negra tiznadas eternamente como recordatorio de la hechicería, y ella misma las tenía también, por ello siempre procuraba usar vestidos que cubrieran dichas maldiciones.

Miro inconscientemente bajo de ella, donde ella conocía el lugar de aquellas manchas, le incomodaba saber que existían cuando siempre las ignoraba, tenía más que pensar que cosas que la acomplejaban de su cuerpo-un hombre ebrio a otro no?, considerando que la primera impresión que tuve de usted fue esa

El ladeó su cara para centrarse en ella, de alguna manera transparente a sus ojos.- tampoco estaba en sus cinco sentidos si se lanzó desde un balcón con un ebrio como yo, princesa

Ja, que insolente, por ahora lo permitiré. Pensó un poco entretenida, había pocas personas que le sacaban una media sonrisa de esa manera, que inusual.-¿Entonces su definición de diversión era mostrarme los calderos de mi familia?

Él negó para luego con un movimiento de manos hacer que las calderas brillaran al son de un chasquido haciendo que revolotearan a su alrededor. -¿Que tal algo de magia para usted?

Luciérnagas rodearon a la pareja haciendo que estos se movieran al son de su camino, inclusive acercandolos, y pronto supo que no era algo normal, no solían habitar este tipo de animales cerca del palacio, las luciérnagas nunca llegaban hasta el portón.

Se posaron algunas en su cabello, cada destello hacía más claro el color de su cabello que comúnmente la gente veía castaño oscuro, sin embargo, la luz resplandeció aquellos carmesí tonos en él, el hombre castaño tomo uno de estos y lo atrajo a si para poder verlo mejor.

-es hermoso, no? -movio con su otra mano direccionando a más luciérnagas, las que posaron en el cabello de ella hicieron que flotaran sus mechones. Que maravilla, parecía polvo de hadas que hacían que cada cosa que tocara flotara.

-no encuentro la magia en esto Ma-...

Y entonces se dio cuenta de lo que pasaba, sus pies tampoco estaban en tierra firme, Mark tomo sus manos para que ella no perdiera la postura en el momento de elevarse flotando al aire, entonces estaban ambos entre el aire tomados de manos, casi como atrevimiento pero con la delicadeza de tomarla por su espalda la rodeo para girar con ella, pronto parecían como si danzaran entre el cielo y las luciérnagas como estrellas, aunque era pleno día, terminó guiandola de punta tras punta del palacio, había lugares que ella casi había olvidado, vivía arrinconada la mayor parte del tiempo.

Oh, también las flores del jardín principal estaban ahí, era una desgracia no poder verlas de cerca. Pensó ella mirandolas de reojo mientras levitaba en el sitio.

Mark pareció haberla entendido, las rosas flotaron hacia ellos y pronto se acomodaron en sus cabellos así como la luces de luciérnaga antes.
-... Acabas de matar la vida de estás rosas -dijo ella tocando una que estaba cerca de su oreja, sorprendentemente para ella, las rosas lucían como si siguieran intactas cuando se plantaron.

-•Rosa roja. La Obsesión del Duque Donde viven las historias. Descúbrelo ahora