13. El regalo

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- Amelia. - Luisita se vio interrumpida en su paseo, retiró uno de sus cascos.

- Luisita.

Se hizo el silencio durante unos segundos que parecieron una eternidad para las dos.

- ¿Qué tal estás? No te he visto en todo el fin de semana. - Dijo Amelia para romper el hielo.

- Ya... Bueno estabas un poco ocupada, y yo me he ido a la sierra.

- ¿A la sierra? - Hizo caso omiso a estar ocupada.

- Fuimos a la casa de los abuelos de Marina, está en Manzanares el Real.

- Ah, con Marina claro, que bonito el pueblo, muy romántico.

- Sí, yendo con una pareja de sujeta velas, súper romántico.

- Pensé que habías ido con alguien más.

- Pues ya ves que no, creo que tu has estado más entretenida. - Fue decirlo y arrepentirse, había sonado a acusación, Amelia bajo la cabeza y junto sus manos.

- Si, bueno no, quiero decir... Vino Natalia, apareció el viernes a la salida del teatro, pero te prometo que no sabía que iba a venir.

- No tienes que darme explicaciones, tampoco te las estaba pidiendo.

- No lo has hecho, pero te lo quiero contar. - Luisita sonrió y Amelia al verla también. - Discutió con sus padres porque alguien les contó que le gustaban las mujeres, y ella otras veces lo había negado pero esta vez no lo hizo, no se lo tomaron bien. Y no sé si abusando de intentar dar pena para recuperarme se presentó aquí. La verdad es que había quedado para ir al Kings al terminar la función y esperaba verte allí para hablar contigo.

- Bueno, pues gracias por contármelo, supongo. - Nada de esto la sorprendía, ya lo había escuchado ella misma, aunque tenía que hacer como si no lo supiera.- ¿De qué querías hablar conmigo?

- Quería pedirte perdón Luisita, sé que he estado un poco esquiva desde que... - Se quedó pensando como decirlo sin ofenderla.

- Desde que intenté besarte y me rechazaste. - Los ojos de Luisita se clavaban en ella, Amelia se sentía totalmente indefensa en aquel momento, aquellas palabras sonaron como un ataque pero ella no sabía como reaccionar. - No pasa nada, no tienes que pedirme perdón Amelia, solo que no hace falta que me evites, somos adultas, podemos hablar perfectamente.

Amelia no sabía que contestar, sentía que cualquier cosa que dijese empeoraría la situación ya tensa de por sí.

- Mira Amelia, podemos ser amigas y no pasa nada, no eres la primera persona que me rechaza. Espero que te vaya muy bien con Natalia, tenéis mucha historia detrás y el único motivo por el que no estabais juntas ya no existe. Intenté besarte, después de dejarte claro que no sería un beso de amigas, y tu no respondiste, así que tema zanjado.

- Luisita yo... No sé que decir, solo quería pedirte perdón, no quería que te sintieras así y...

- No hace falta que digas nada, mi oferta sigue en pie... La de ser amigas digo. Así que cuando quieras quedar o hablar solo tienes que decírmelo. Me tengo que ir que he quedado para tomar algo y unas compras navideñas con Marina y no quiero que se me haga tarde.

- Claro que quiero ser tu amiga, perdona por mi bloqueo... Casi se me olvida, tengo algo para ti, se que quedan cinco días para navidad pero lo vi y supe que era perfecto para ti. - Sacó un regalo cuadrado de tamaño mediano envuelto con papel rojo con papas noeles por todos lados de una bolsa que llevaba en la mano. - No sé si debería haberme esperado a que lo trajera el gordito de la barba y lo dejara en tu árbol, pero me hace ilusión que lo tengas. Bueno, perdona que te entretenga - Volvió a meterlo en la bolsa - Mejor llévatelo y ya lo abres tranquilamente, ¿vale? Espero que hablemos pronto.

El ApagónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora