29. Nochevieja

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¿Conoces esa sensación de saltar al vacío sin ver qué hay al final del salto? Sin saber si vas a caerte, si podrás llegar, si la tierra estará firme en el destino...

Así se sentía Luisita al ver aparecer a Sara en su "cita a cuatro" , su corazón se aceleró, vio a Carol y Paula, y joder, le recordaban tanto a ella y Amelia, que de repente sólo podía imaginar que la morena fuese la acompañante de Sara en aquella cita.

Porque claro, Amelia era la mejor amiga de Sara, ¿A quién elegirías mejor para llevar a una cita doble que a tu mejor amiga?

Patricia le decía que era "esa Sara", su amiga estaba tan nerviosa por conocer a la chica con la que llevaba tanto tiempo hablando... Si le hubiese pedido una foto de la chica de la que tanto le hablaba su amiga hubiese sido todo más fácil, pues sabría a qué atenerse acudiendo aquella noche. Y por un momento su mente volaba imaginando a Amelia aparecer, con su imborrable sonrisa, con sus ojos color miel que se veían tan verdosos en la claridad...

Amelia, quién la había hecho soñar despierta y rozar el cielo en cada uno de sus dulces besos... Con quien había conocido tantas cosas que creía inexistentes, entre ellas el placer extremo. Amelia, quién la había hecho sentir tan completa como vacía y rota en cuestión de horas...

¿Amelia le había destrozado el corazón y ahora estaba en una cita? Y encima era una cita con ella... La sonrisa que tenía hacia unos instantes por su amiga y Sara se borró, su boca se cerró de golpe. ¿Tan fácil era para Amelia borrarla de su mente que acudía a una cita? ¿Tan poco había significado para ella?

Pensándolo detenidamente ella podría pensar lo mismo de Luisita, porque también estaba allí, en una maldita cita a cuatro, y conociendo el historial de Sara ella y su amiga no tardarían en estar gritando en vete tú a saber dónde.

¿Significaba eso que se iba a quedar sola con Amelia? Por un momento lo de trabajar esa noche ya no le parecía tan mal. Sus amigas seguían en el pueblo y su hermana tras la barra, Manolín y su chica habían cogido un local con sus amigos. No tenía escapatoria, trabajar, sujeta velas o... ¿Amelia?

Pero no... ¿Cómo iba Amelia a ir a una cita? Por mucho que se hubiese alejado de ella, seguía dándole cada mañana los buenos días, y puso la canción dando a entender que volvería a todo lo que tenían... Y a ella le había sacado una sonrisa estúpida. Pero entonces, si le había sacado una sonrisa... ¿Qué hacía ella en una cita?

Se decía de nuevo así misma que no lo era, no era una cita, pero se ponía cada vez más nerviosa. Se veía todo confuso en su mente, en un margen tan diminuto de tiempo le dio para pensar en mil ciento ocho cosas, su cabeza pensaba tan rápido...

Sara dio un paso al frente dejando a un lado a su acompañante y Luisita la vio, no pudo evitar sonreír, su melena rubia alisada caía por sus hombros al descubierto, su cuerpo envuelto en un vestido negro corto, tan ajustado que dudaba que pudiese respirar, y su sonrisa nerviosa al verla. Desde que la conocía no había dejado de sonreír de forma nerviosa al verla, lo que a Luisita siempre le había parecido adorable. Parecía el anuncio de Coca-Cola versión lesbiana potente, caminando contoneando todo su cuerpo hacía ella. Verla le hacía incluso tener sed, su mente estaría en la morena, pero esta rubia tenía como un imán de atracción, era imposible no mirarla. 

Y es que detrás de Sara, allí estaba, ¿Cómo no se le había ocurrido? Amelia no estaba lista, no estaba preparada para tener citas... No la superaba, porque ese "Volvería" significaba algo, igual que los mensajes de buenos días, seguía ahí, pese a no ser clara con ella.

Pensándolo detenidamente se llenó de angustia, se sintió fatal por estar allí, Amelia no estaba preparada para ir a una cita, porque seguramente había sido la primera opción de Sara, y no había ido. Pero Luisita... Ella estaba allí.

El ApagónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora