56. La boda II

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Amelia estaba nerviosa, intentaba darse la valentía necesaria con un poco de ayuda de alcohol para acercarse de nuevo a ella. Bailaban con sus amigas pero ella era incapaz de centrarse en otra cosa que no fuese Luisita. Llevaba un año deseando tenerla tan cerca y pese a definirse normalmente como una persona arrítmica Luisita estaba bailando bien, demasiado bien. Ver sus movimientos estaba haciendo que su temperatura corporal se elevara notablemente.

La canción de Aaliyah de fondo diciendo que tenía que volver a intentarlo fue todo lo que necesitó, sintió un impulso y de nuevo se acercó a ella.

- ¿Y cómo es eso de que fuiste a Londres? - Hablaba tan cerca de su oído que las ganas de morder el lóbulo de su oreja y provocar lo que ya sabía que haría la invadían por completo.

- ¿Y cómo es que viniste tu a Madrid? - Se vio sorprendida por la pregunta de la morena, sentir su aliento sobre su cuello era algo que hacía tanto que no hacía que incluso notó como sus vellos se erizaron.

- Yo he preguntado primero...

- Y yo después.

Las dos se reían como tontas y no podían dejar de mirarse, dieron unos pasitos hacía atrás para salir del corrillo en el que sus amigas bailaban.

- Mira que pensar que estaba con Natalia...

- Pues anda que tú pensar que estaba con Laia...

- Es muy guapa.

- ¿Ah sí? ¿Te lo parece? Está soltera... Tal vez deberías bailar con ella. - Hizo un gesto con el brazo señalando a la chica que estaba frente a ellas.

- Tú también lo estás, y me gustan más las rubias...

- ¿Ah sí?

- Te queda muy bien ese traje sabes... Te ves como una de esas comidas deliciosas que saben aún mejor cuando se comen con las manos...

- ¿Para chuparte los dedos después? - Sonreía de lado al escucharla, sabía que había conseguido toda la atención de la morena.

- Para eso y chupar hasta el plato... - La imagen de su lengua recorriendo el cuerpo de la rubia invadía su mente.

Amelia se acercó a ella y tras acariciar su mejilla, paseó con sus dedos por sus labios para finalmente besar su mejilla con cautela pero muchas ganas.

- Ya que estamos sincerándonos he de decirte que te llamé con número privado Amelia...

- Ya que estamos de confesiones te diré que sabía que eras tú...

- ¿Cómo lo supiste? Si no hablé...

- Reconocería tu respiración en cualquier lugar Luisita... ¿Por qué no dijiste nada?

- De nuevo la pelirroja estaba allí... Es como un dios cansino que esta en todas partes, ¿Sabes? Ya podría tener un cortocircuito en su GPS y perderse en cualquier sitio sin retorno.

- Cierto, habíamos quedado para desayunar. - Negó con la cabeza recordándolo y se rio con la frase de la rubia, sabía que Natalia no era su persona preferida del mundo.

- Pensé que dormiste con ella.

- ¿Qué? No, no... Luisita, no. - La rubia se reía - ¿De qué te ríes?

- De tus tres noes en la misma frase.

- No quería que te quedase ninguna duda.

- ¿Alguna sinceridad más?

El ApagónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora