Desde pequeños nos hacen creer en algo:
1) Santa Claus
2) Reyes magos
3) El hada de los dientes
O en mi caso: Dios.
No, no es que sea atea, pero tampoco me trago por completo el rollo de que un hombre que por X razón vive en el cielo, de la noche a la mañana haya decidido crear un universo en el cual creó primero al hombre y luego a una mujer (que era sumiza y tenía que hacer todo que hacía el hombre porque lo decía él).
No, no me lo trago.
A lo mejor tú, que estás leyendo esto, crees en la religión, pero EN MI OPINIÓN todo lo que tiene que ver con la religión y la iglesia es un negocio.
Sin embargo desde pequeña he ido a la iglesia, he resado, he hecho la comunión, de pequeña me bautizaron y todo eso porque mi tía-abuela se empeñaba en que si mi madre no lo hacía, yo sería una satánica hija del demonio (sus palabras exactas).
Pero conforme crecí, decidí que no me lo creía del todo, algunas cosas sí, otras no (como la historia del vino, que no tiene ni pies ni cabeza)
A mi madre le da igual en lo que crea, porque no somos la típica familia religiosa que va todo los domingos a la iglesia, pero cuando se trata de mi tía-abuela sí que lo somos.
Le abro la puerta a mi abuela con una sonrisa y ella pasa teniendo el ojo puesto en todo.
–¿Habéis cambiado el color de la pared?–
Mi tía-abuela entra detrás suyo y me mira de arriba a abajo.
–¿Ese vestido no es muy corto?– agarra el final del vestido y tira de él hacía abajo –¿Acaso pretendes provocar a un muchacho?–
–No– digo deteniéndola.
Su mirada me fulmina y a continuación pasa por mi lado para entrar a la cocina, dónde mamá fuerza una sonrisa mientras pone los platos en la mesa.
–¿Habéis ido a misa esta semana?–
Ya empezamos.
–No hemos tenido tiempo– dice papá sentándose en la mesa.
–Ya, ya...–
–¿Y tú trabajo?– le pregunta la abuela a mamá.
Esta es la típica conversación repetitiva que tenemos siempre en mi familia cuando mi tía-abuela y mi abuela no tienen nada más que hacer que venir a hurgar en la vida de los demás.
Y no lo digo porque ahora se venga el rollo de la religión y eso, sino que aparte de eso, en mi familia también se sigue conservando el acto machista de que la mujer sólo sirve para la cocina, la casa y los niños mientras que el hombre tiene que trabajar y luego ser tratado como un rey sólo por el hecho de ser hombre.
Venga ya, estamos en el siglo veintiuno.
–¿Aún no lo has dejado?– dice mi tía regañando a mi madre con la mirada.
–Y no lo pienso hacer, en esta casa trabajamos tanto él– señala a papá –como yo–
–Tú deberías quedarte en casa cocinando y estando pendiente de mantener feliz a tu marido–
Mamá da un golpe en la mesa que nos sobresalta a todos.
–Si vas a decirme cómo debo de mantener mi casa, es mejor que te devuelvas por donde has venido–
Vale, esto sí que no ha pasado nunca, sin embargo me gusta que por una vez mi madre haya decidido no dejar que su tía le diga cómo hacer las cosas.
Y quiero meterme yo también en la conversación contra mi tía-abuela pero desde lo que pasó ayer con lo de André es mejor que no abra la boca si no quiero terminar peor así me me limito a observar.
Papá le pone la mano a mamá en la espalda para tranquilizarla y ella parece hacerlo.
De repente la tensión que se forma puede cortarse con un cuchillo así que mi abuela se apura a decirle algo a su hermana que hace que ella se siente y no le diga nada más a mamá.
***
Estamos todos en el salón, mi abuela y su hermana hablando con mi madre y mi padre mientras yo escucho como hablan.
–¡Cheryl!–
–¡Eh, Cheryl sal!–
Los gritos de fuera hacen que mi familia se quede en silencio por un momento.
Ay no.
Me incorporo y los miro como si la cosa no fuera conmigo.
–¿Quiénes son esos?– pregunta mi tía-abuela levantándose del sofá y yendo a la cacina.
–Los amigos de Cheryl– dice mamá llevándose y mirándome como si yo tuviera la culpa.
Sigo a mi tía con la mirada pero de un momento a otro se mete a sótano y lo siguiente que oigo fueron gritos.
Voy detrás de ella para ver qué está haciendo y al verlo me apuro a cerrar el grifo de la manguera.
–¡¿Qué crees que haces?!– grito en frente suyo.
–¡No me grites señorita!–
–¡No tienes derecho de hacer lo que has hecho!–
–¡Tú prima no me hablaría así!–
–¡Entonces vete a su casa si ella es tan perfecta y déjanos a nosotros en paz con tu religión y ese rollo!–
Suelto la manguera y me dirijo a la planta de arriba.
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La mierda de ser adolescente
Fiksi Remajacuando eres pequeño anhelas ser adolescente para ser independiente, salir de fiesta, quedar con tus amigos sin pedir permiso, etc. Lamentablemente ser adolescente es muy diferente, lamentablemente ser adolescente es una mierda.