Mucho más que amor, libertad

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Epílogo 

Charlie se levantó con el sonido de las olas reventando en la costa, estiro su cuerpo y con su mano buscó a Nick, la cama estaba fría por lo que probablemente llevaba rato fuera. Se sentó, restregó sus ojos y con la mano derecha comenzó a buscar su prótesis de madera.

Perder la pierna no había sido una experiencia bonita y la recuperación mucho menos, pero Nick decía que le daba un toque rebelde junto con la barba que le había comenzado a salir con el tiempo. En su opinión se veía ridículo, pero al rubio le gustaba así que como todo en su vida había cedido a los deseos de su novio.

Luego de ajustarla bien se levantó y observó el paisaje por la ventana, se cumplían 5 años desde que habían escapado.

5 años de libertad.

El miedo a ser encontrados había desparecido con el tiempo y habían comenzado a realmente disfrutar de las tierras libres, construyeron una nueva vida y no se arrepentía de nada.

Sonrió, nunca pensó que podría llegar a tener todo lo que tenía, una cama, comida, un techo y una casa con el amor de su vida.

Bajo las escaleras con dificultad y encontró a Nick en la cocina.

El descubrimiento del amor de Nick por la pastelería había sido una sorpresa para los dos, había sido durante los primeros meses de ajuste, con el dinero acabándose, la pierna recién cortada y sin poder buscar trabajo Nick había comenzado a ayudar en una panadería de una señora mayor, su nombre era Lilliam y comenzó a enseñarle todas sus recetas y secretos.

Nick solía llegar todas las tardes con panes frescos y repostería, pero con una sonrisa incomparable, siempre tenía harina por todas partes y jalea en el cuello, le contaba entre sonrisas lo que había aprendido mientras sacaba los dulces de su canasta y Charlie escuchaba siempre con una sonrisa.

Lilliam había fallecido un año atrás, dejando su panadería a Nick.

Después de llorar durante varios días la muerte de su amiga Nick había bajado a la panadería, prendió los hornos y se puso a cocinar. Durante los primeros meses fue doloroso cocinar sin la sonrisa de Lilliam presente y su voz recordándole cernir la harina para evitar grumos en su masa, pero con el tiempo logró comenzar a sonreír más y crear sus propias recetas. Había contratado a dos personas más y luego de aprender como funcionaban los impuestos la panadería vendía sin problema diariamente.

Charlie por otro lado trabajaba como ebanista para un señor llamado Tomás, era el tipo que le había hecho su primera prótesis y como realmente no podía hacer trabajos de fuerza debido a la pierna era una buena opción. Se encargaba de hacer los detalles en las piezas de madera más pequeñas.

La primera vez que Tomás le alcanzo una bolsa con monedas de oro como pago por su trabajo se había puesto pálido.

-Sé que no es mucho- le había dicho con una mueca, malinterpretando su silencio- Pero el trabajo mejora en el invierno.

Charlie no se atrevió a decirle que era más dinero del que había soñado tener jamás sin robar.

Abrazó a Nick por la espalda y con dificultad puso su barbilla en el hombro de su novio, Nick había pegado su último estirón en los últimos meses y ahora era bastante más grande que Charlie.

A Charlie le encantaba.

-Hola príncipe- saludo con un beso en el cuello- No estabas en la cama.

-Tenía esta idea para unas galletas- le dijo con una sonrisa enseñándole las figuras de masa en sus manos- No me dejaba seguir durmiendo.

El Príncipe y El LadrónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora