Capítulo 9

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Nos pusimos de pie para salir de la casa e ir a la panadería. Le abrí la puerta para que subiera al auto y me agradeció con un beso en la mejilla. Dios, nunca me cansaría de sus muestras de afecto. Me subí del lado del piloto y emprendimos camino hacia con mis suegros.

Durante el camino estuvimos hablando de cosas bastante random, que qué tipo de dinosaurio seríamos, qué haríamos durante una invasión zombie y demás cosas extrañas. Me encanta eso de Marinette, nunca me aburro, siempre tiene tema de conversación, incluso me hace plática de la piedra en forma de huevo que acaba de ver en el piso.

Llegamos a nuestro destino y de repente sentí muchos nervios. Marinette tomó mi mano y me dio un leve apretón.
—Adrien, ¿Estás bien? Parece que acabas de ver un fantasma. — Me dijo en un tono divertido, creo que ahora soy color transparente.
—Mi amor, les diremos a tus padres que te casarás conmigo, es evidente que estoy nervioso.
—Tranquilo, ellos te quieren. — Me dio un beso en la mejilla y me armé de valor. —Entremos.

Abrió la puerta y en el mostrador estaba Sabine. Nos miró y su rostro se iluminó. Rápidamente Marinette corrió hacia ella y se abrazaron.
—Mi niña, me da tanto gusto verte. — Sabine le acarició el rostro y besó su frente. Luego ambas voltearon a verme. —Adrien... Siempre cumples tus promesas. — Me extendió su mano y yo la tomé mientras le sonreía. Ella me jaló y me abrazó también.
—Soy hombre de palabra. — Marinette y su madre rieron.
—Vengan, entren a la casa. En unos minutos cerramos la panadería y estaremos con ustedes.
—Gracias, mamá. Iremos rápido a mi habitación. — Sabine asintió y nosotros entramos a la casa.

Subimos hasta el cuarto de Marinette y ese color rosa llenó todas mis pupilas. Nos quedamos de pie en medio de su cuarto y en completo silencio. Volteó y se quedó viendo a las fotos que tenía de mí en su pared. Sonrió y yo me puse como un tomate.
—Nunca te voy a superar, Adrien. — Giró a verme y yo le sonreí.

Se acercó a mí y me abrazó pasando sus brazos por mi cintura y recargando su cabeza en mi pecho. Le correspondí de inmediato y dándole un beso en su cabeza y oliendo su cabello. Miles de mariposas volaban dentro de mi estómago, me hacía tanta falta estar cerca de ella.

De repente sentí que se separó de mí y se quedó viendo a algo detrás de mí. Giré mi cabeza hacia donde ella estaba viendo y me puse muy nervioso... La nota. La nota que dejé en su escritorio al lado de su computadora. Se soltó de mí y se acercó a tomar el corazón de papel. Mi cara me ardía de vergüenza.
—Un corazón de papel... ¿Dónde he visto esto? — Me dirigió una mirada curiosa. Yo solo tragué saliva.
—Ay, ¿Cómo pudo llegar eso ahí? — Comencé a jugar con el cabello de mi nuca.
—Me preguntó quién más aparte de mí sabe hacer estos corazones. — Levantó una ceja.
—Mmm... ¿Muchas personas? Hay tutoriales en Internet.
—Oh, vaya... Puso su nombre en el corazón. De: Tu Tigre, Para: Mi Gatita. Sigo preguntándome quién más aparte de Adrien Agreste me dice gatita. — Puso cara pensativa.
—Espero que solo sea él. — Dije con voz grave, no esperaba que me saliera ese tono de voz. Me aclaré la garganta y Marinette comenzó a reír.
—Leamos el corazón.

Se fue a sentar al sillón y palmeó a su lado para que me sentara también. Obedecí y pasé mi brazo por su cintura para pegarla a mí y besé su mejilla. Comenzó a desdoblar el corazón y se vieron las palabras escritas dentro de los dobleces. Mi corazón casi se salía de mi pecho de los nervios. Marinette se aclaró la garganta y comenzó a leer en voz alta.

«Mi amada Marinette, mi gatita hermosa:

Después de varios meses lejos de ti me he atrevido a salir a algo que no sea trabajo, aunque la verdad era obligado a cumplir con mis obligaciones, mis salidas se limitaban de la casa al trabajo y de regreso. Sin embargo, he decidido dar un paseo y sin pensarlo mis piernas me llevaron a tu casa. Saludé a tu madre y me dio unos deliciosos croissants. Cuanto terminé de comer me tomé el atrevimiento de subir a tu habitación, a recordar esos variados tonos de rosa y todos aquellos momentos que compartimos en ese espacio. Te mentiría si te dijera que no me destrozó el corazón ver que aún tienes fotos nuestras pegadas, pero sabiendo que ya no estamos juntos. Y si te soy sincero, eso me motivó a ir a buscarte hasta Londres, y si no te encontraba ahí, te buscaría en cada rincón del mundo, no hubiera descansado hasta encontrarte.

Si estás leyendo esta nota, significa que no todo está perdido; pudiste haberla destruido en cuanto leyeras el remitente o ni siquiera haberla visto y se hubiera perdido entre tus cosas, etc., un sinfín de posibles escenarios donde no la leyeras, pero decidí confiar. Lo que más deseo es que cuando estés leyendo la nota, yo esté a tu lado, abrazándote y dándote besos mientras lees, prometiéndote que siempre estaré contigo, llueva o truene o relampagueé... Como aquel día donde mi vida cambió para siempre al entregarte ese paraguas negro y se escuchó un trueno en el cielo, donde toda nuestra historia comenzó, y que ahora deseo con todo mi corazón que no sea el final.

Pudiera seguir escribiéndote todas las cosas maravillosas que siento cuando pienso en ti, pero sería imposible porque no existen suficientes cuadernos y palabras hermosas para dedicarte y escribirte. Me despido, lleno de esperanza de que mis deseos plasmados en esta carta se cumplan.

Eres la persona más increíble y espectacular que hay en el universo. Eres tan hermosa por dentro y por fuera que ni Dios pudo haber creado semejante perfección, y le estoy inmensamente agradecido por haberme dado la oportunidad de coincidir contigo, porque el que haya pasado es verdaderamente un milagro y nunca estaré lo suficientemente agradecido por eso. Me envió a una bella ángel y cada día me dedicaré a hacerla feliz.

Te amo, mi niña, espero poder tenerte entre mis brazos una vez más y poder adorarte y consentirte por el resto de mi vida al lado de nuestros tres hijos, un perro, un gato y un hámster.

Con todo mi amor,
Adrien Agreste.»

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Vuelve (Adrinette AU - MLB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora