Capítulo 5

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Y aquí estaba yo, sentado en el pasillo fuera del departamento de Marinette. Me rendí. Lo intenté demasiado tarde. Dejé el ramo de rosas frente a su puerta con la nota de la florería y con una pequeña carta que le escribí en algún punto del tiempo en que estuvimos separados. Era una carta de disculpas. Durante el tiempo en que estuve deprimido, fui unas cuántas sesiones a terapia y ésta fue una de mis tareas. Escribirle una carta donde le dijera todo lo que sentía y que luego la quemara... Pero no tuve el valor de hacerlo porque siempre tuve la intención de entregársela.
—Te amo, Marinette. Espero que seas muy feliz aunque no sea conmigo. — Susurré contra su puerta y me fui de allí.

Tomé mi maleta y entré al elevador. Marqué la planta baja y llegué unos segundos después. Salí del edificio y busqué un hotel cercano. Mañana por la mañana me iría de regreso a París. No tenía ánimos de viajar en este momento. Pedí un taxi y llegué en menos de diez minutos. Pagué la habitación y subí. Dejé mis cosas y me tiré en la cama, mirando hacia el techo. Llamé a Nino.
—¡Hermano! ¿Cómo va todo? ¿Cuándo será su boda? — Saludó animosamente. Moqueé. —Oh, no. Adrien, amigo...
—Llegué tarde, Nino. La vi con otro tipo agarrada de su brazo. — Silencio del otro lado. —Y... — Me dolía pronunciar cada palabra. Me ardía la garganta. —Y la vi reírse a carcajadas con él. — Rompí en llanto de nuevo. No creí que pudiera seguir llorando. —La perdí, Nino, la perdí para siempre.
—¿Adrien? ¿Sigues ahí? — Era Alya. —Adrien... No te rindas, por favor.
—Le compré un ramo de treinta y seis rosas, significan que mi amor por ella no tiene fin. Se lo dejé en la puerta. No tuve el valor de dárselo frente a ese tipo y tampoco tuve el valor de quedarme a esperarla. Sólo le dejé una carta.
—¿Te refieres a la... La carta de...? — Nino no se atrevió a terminar la frase.
—Sí. — Tomé aire para relajarme. —Volveré a París mañana por la mañana. Pasaré la noche en un hotel. Ahorita les envío la ubicación para que sepan dónde buscarme por si me muero de deshidratación por tanto llorar. — Escuché a Nino soltar una pequeña risa. Era increíble que aún con mi corazón destrozado pudiera hacer chistes sobre esto.
—Trata de descansar, amigo. Nos avisas cuando vayas a la estación para regresar a París.
—Claro. Hasta mañana. — Terminé la llamada y le envié mi ubicación a Nino.

Eran las 7:02 pm. Me sentía cansado. Deprimido. Muriendo de ganas de volver a buscarla. Pero seguramente estará ese tipo con ella. Él la está consintiendo ahora. Él la está abrazando, haciéndola reír, dándole besos, admirando esos preciosos ojos azules que tiene, acariciando su cabello, durmiendo con ella, y sobre todo, cuidando su corazón como yo no pude hacerlo.

Decidí darme un baño, necesitaba despejarme. Salí y me sentía más fresco, pero igual de roto que antes. Me acosté, y nuevamente los recuerdos me golpeaban. Todo me recordaba a ella. Incluso si veía una piedra me recordaba a Marinette porque había algún recuerdo relacionado con eso. Era increíble la manera en la que ella se clavó en mi corazón y en mi mente. Nunca creí que llegaría a sentir algo así, estar con Marinette era otro mundo, otra galaxia, otro universo. Todo parecía tan irreal, pero a la vez tan vívido, al cerrar mis ojos y recordar algo con ella pareciera que estuviera dentro de ese recuerdo, todas las sensaciones seguían ahí. Sonreía al verla en mi mente. Siempre tan radiante. Siempre tan infantil. Siempre tan Marinette. Me sentía feliz, aunque destrozado pero ya no podía seguir llorando. Me quedé dormido pensando en su sonrisa.

*

Vuelve (Adrinette AU - MLB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora